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28.11.09

*Estelas, epitafios (1: antiguos)

152 (VII 455)

Yace aquí la vieja esponja de tinajas,

la beoda Marónide, sobre cuya tumba

hay una copa ática bien visible a todos.

Bajo tierra gime, mas no por los hijos

ni el esposo a quien dejó en la indigencia,

mas sólo porque esta copa está vacía.

Epitafio de Marónide, una vieja borracha que ha disipado el patrimonio familiar en la bebida y que ostenta en su sepulcro como emblema una copa ática, cosa por lo demás frecuente en las tumbas. Su nombre recuerda al de Marón, que dio a Odiseo el licor que había de embriagar al Cíclope.

LEÓNIDAS

 

154 (VII 163)

-¿Quién eres, mujer que aquí yaces, y quién fue tu padre?

-Praxo, hija de Calíteles. -¿De qué patria? -Samia.

-¿Quién te enterró? -Fue Teócrito, el cual recibióme

de mis padres. -¿De qué moriste? -Estando encinta.

-¿Cuántos años llegaste a cumplir? -Veintidós. -¿Y quedaste

sin hijos? -A Calíteles dejé con tres años.

-Pues que al menos él viva y que llegue a vejez avanzada.

-Y que todo lo bueno te dé a ti Fortuna.

Diálogo de la muerta (según el verso primero, sepultada bajo una columna paria, esto es, de mármol de aquella isla del Egeo, que era famoso...) con un viajero. Ha sucumbido al dar a luz a su tercer hijo; el segundo, superviviente, se llama como el abuelo materno; es de suponer que antes había muerto otro denominado como el paterno.

LEÓNIDAS

 

184 (VII 316)

No me saludes ni inquieras quién soy ni de quiénes

procedo, mas pasa de largo por mi estela

o, si no, a tu destino ojalá que no llegues; e incluso

si guardas silencio, que no llegues tampoco.

La adscripción es dudosa: ... Leónidas y Antípatro para este epigrama, que pertenece a una serie de ellos sobre el famoso misántropo Timón, semilegendario ateniense de la época de Pericles. Es notable la ferocidad de la expresión.

LEÓNIDAS (?)

 

305 (VII 524)

-¿Es aquí donde Cáridas duerme? -En efecto, si al hijo

te refieres de Arimas el cireneo. -¿Cómo,

Cáridas, es lo de abajo? -Tiniebla. -¿El regreso?

-Mentira. -¿Plutón? -Es un mito. -Perdidos

estamos. -He aquí mi respuesta sincera; o, si un chiste

quieres, vale en el Hades mucho un toro peleo.

Probablemente se trata de un verdadero paisano de Calímaco. En los versos 1-2, el viandante habla con la losa; desde el 3, con el muerto (el final de dicho verso alude a la extendida creencia en la palingenesia o transmigración de las almas.) El 6 está oscuro; el sentido general parece ser que la única ventaja del Hades es que allí todo está barato, con alusión a una moneda poco valiosa de Pela en que estaba grabado un toro. Todo ello refleja el escepticismo del poeta sobre las leyendas de ultratumba.

CALÍMACO

 

465 (VII 285)

Ni la tierra ni el peso sutil de una piedra, mas todo

este mar que contemplas es tumba de Erasipo;

pues murió con su nave y tan sólo podrán las gaviotas

indicar el lugar que pudre sus huesos.

GLAUCO

*  *  *  *  *

ANTOLOGÍA PALATINA I. (Epigramas helenísticos). Traducción e introducciones de Manuel Fernández-Galiano. Traducción revisada por Luis Alberto de Cuenca. Editorial Gredos, Madrid, 1978. 

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

4 comentarios:

Joselu dijo...

Hace dos años propuse a mis alumnos de cuarto de Eso la composición de diversos epitafios en forma breve. Para ello les ofrecí algunos modelos, no tan sofisticados como estos que nos recoges, y he de decirte que fue una de las actividades más motivadoras que realizaron. De sus ordenadores salían epitafios, casi siempre con un tono humorístico, como debe ser,aunque el solemne también es una posibilidad, aunque no hay nada que se preste tanto al jolgorio como la composición de una reflexión breve sobre nuestro paso por el mundo. Muy buenos los epitafios que has escogido. Un cordial saludo.

zim dijo...

El primero tiene su punto de humor. Como dice Joselu, muchas veces se piensa en esa clave cuando se trata de despedirse de este valle. Al menos, muchos de los más conocidos despiertan sonrisas francas:

“Si quereis los mayores elogios, moríos” Enrique Jardiel Poncela

“Ya decía yo que este médico no valía mucho” Miguel Mihura

“Aquí sigue descansando el que nunca trabajo” P. Melich

"RIP, RIP,... ¡hurra!" Groucho Marx a su suegra.

Esperemos tener tiempo de pensar con calma el propio. Se me ocurre, de momento (me reservo el derecho de cambiarlo):

"Toda la vida esperándote y no por ello has dejado de ser una sorpresa desagradable".

Saludos.

Juan Poz dijo...

Tengo la sensación extraña de convivir con mis propias cenizas desde que se me ocurrió pedirle prestado a Quevedo el remate de su más famoso soneto: "Polvo serán, más polvo enamorado". Me produjo tal impresión el hallazgo que, ya digo, mezcla de ceniza y sangre son mis días. Quizás hasta que un viento irreverente las esparza y me deje huérfano y pensativo.

Luis Valdesueiro dijo...

Tu comentario, Joselu, me trae a la memoria que en Japón existió la costumbre (supongo que ya estará pasada de moda) la costumbre de escribir un poema cuando se está al borde de la muerte. El humor, tan necesario, no puede hacernos olvidar que a veces el miedo se expresa con risitas, hablemos de amor o de muerte.


Muy divertidos los epitafios que aportas, Zim. De Groucho Marx desconocía ese grito de la victoria -tan latino y americano (versión USA)-. Su propio epitafio es el más depurado ejemplo de una educación llevada más allá de la vida: Disculpe, señora, que no me levante.


Cuidado, Poz, con esas cenizas y esos vientos, más que irreverentes, malignos: a más de un vivo le han hecho polvo los ojos.

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