Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

17.5.14

Aviso a navegantes / “ES HORA DE CERRAR”

Pues sí, parece que a LAS ESQUINAS DEL DÍA les ha llegado su hora, la hora de cerrar (aunque continúen en estado letárgico, en coma, pudiérase decir). La realidad se impone: hace meses que, por insoslayables razones, no cuido el blog como es debido; sé que esto es una excusa banal para abandonarlo, pero, ciertamente, la idea de seguir no me seduce. Siento que se ha cerrado un ciclo, que se impone un cambio de aires. El desdichado Pavese decía que trabajar cansa; por lo que a mí respecta, creo que todo puede cansar: incluso de nosotros mismos nos cansamos. Y también nos cansa el mero vivir, aunque nadie, salvo los impacientes o los desesperados, anhela el descanso eterno.

Afirma el dicho que cuando una puerta se cierra, otra se abre, lo que no es mucho decir: pudiera ser que se cerrara la del cielo y se abriera la puerta del infierno. No obstante, y en apoyo del dicho, me he propuesto, amparado en un verso del divino, y tan humano, Quevedo, inaugurar un nuevo blog: MOLESTA SOLEDAD VIVIENDO. Aunque no dependa enteramente de mí, confío en que en él brillen más las palabras que los silencios.

La dirección es la siguiente:

http://molestasoledadviviendo.blogspot.com

Quedáis invitados.

¡Gracias!

23.2.14

Mis fotos en el blog de Juan Poz

Juan Poz acaba de publicar en su blog DIARIO DE UN ARTISTA DESENCAJADO una entrada sobre mis fotos. Acompaña sus generosas palabras con algunas de mis fotografías de aficionado... Gracias, Sr. Poz.

4.1.14

“Soneto al revés”, de José Bergamín

Perdido entre la ingente cantidad de coplas que contiene Canto rodado –más de mil– se encuentra un singular soneto de versos octosílabos y especulares; un descabalado soneto, un soneto “al revés" que confirma el gusto por la travesura del maestro Bergamín.
  
Canto rodado se publicó en 1984, pocos meses después de morir su autor. (El original permaneció extraviado durante muchos años; Bergamín volvió a encontrarlo cuando se trasladó a San Sebastián, y el año siguiente, en mayo de 1983, se lo entregó a su editor.) La mayoría de las coplas las escribió entre 1964 y 1968, durante el segundo exilio del autor, en París. Tan solo una mínima parte pertenecen a los últimos años de su vida.
  
"Las coplas de Bergamín –informa atinadamente la contracubierta– constituyen una de las facetas más coherentes y más interesantes de su obra literaria. En ellas su pensamiento y su poesía, o su pensamiento poético, en expresión popular, alcanzan una magnífica claridad, el eco inmediato y profundo de la mejor y más auténtica poesía popular, a la vez que son personalísima expresión del alma apasionada y contradictoria del autor, de su hondo pensar y sentir poético."
   Ocasión
habrá de rememorar esas coplas en las que tanto destella el ingenio de Bergamín; quedémonos hoy con este brillante, y solitario, "Soneto al revés".


SONETO AL REVÉS

No sé por qué estoy pensando
que me tengo que morir
sin saber cómo ni cuándo.

Si saber cómo ni cuándo
ni dónde, voy a vivir
sin más que estar esperando.

Sin más que estar esperando
para poderme dormir
que se me acabe el seguir
sintiendo que estoy soñando.

Sintiendo que estoy soñando
para dejar de sentir
que me tengo que morir
sin saber cómo ni cuándo.


José Bergamín, Canto rodado [Poesía, VI] 
Madrid: Ediciones Turner, 1984.

2.1.14

La gana y la nada, según Unamuno

La palabra española voluntad es una palabra sin raíces vivas en la lengua corriente y popular. En francés volonté está cerca de vouloir, latín vulgar volere, clásico velle. Pero en español no tenemos derivados de esa raíz latina. Por vouloir decimos querer, del latín quaerere, buscar, y de querer tenemos el sustantivo querencia, que no se aplica más que a las bestias y significa el apego que cobran a un lugar o a una persona. Lo que en español sale de los órganos de la virilidad no es la voluntad, sino el deseo, la gana.
  ¡Gana! ¡Admirable palabra! Gana, término de origen germánico probablemente —aunque el español sea la lengua latina más latina, más que el italiano; la que contiene menos elementos germánicos—, gana es algo como deseo, humor, apetito. Hay ganas, en plural, de comer, de beber y de librarse de las sobras de la comida y de la bebida. Hay ganas de trabajar y, sobre todo, ganas de no hacer nada. Como decía el otro: «No es que no tenga ganas de trabajar, es que tengo ganas de no trabajar». Y la gana de no hacer es desgana. La virilidad marcha a su suicidio, marcha por vía de soledad, de eunuquismo. Lo que ocurre a menudo con los abúlicos voluntariosos.
  ¡Con cuánto acierto y cuán hondamente se ha podido hablar de lujuria espiritual! De esa lujuria de solitario onanista a la manera del pobre Huysmans, otro agonizante más, cuando se puso en route buscando la fe cristiana monástica, la fe de los solitarios que renuncian a la paternidad carnal. «No me da la real gana, no me da la santísima gana», dice un español. Y dice también: «Eso no me sale de... la virilidad» (por eufeminismo) [¡sic!]. Pero ¿qué?, ¿cuál es la fuente de la real y santísima gana?
  La gana, ya lo hemos dicho, no es una potencia intelectual, y puede acabar en desgana. Engendra, en vez de voluntad, la noluntad, de nolle, no querer. Y la noluntad, hija de la desgana, conduce a la nada.
¡Nada!, otra palabra española henchida de vida, de resonancias abismáticas, que el pobre Amiel —otro agonizante solitario, ¡y cómo luchó con la virilidad!— graba en español en su Diario íntimo. ¡Nada! Es a lo que vienen a dar la fe de la virilidad y la virilidad de la fe.
  ¡Nada! Así es como se ha producido ese especial nihilismo español —más valdría llamarle nadismo para diferenciarle del ruso— que asoma ya en san Juan de la Cruz, que reflejaron pálidamente Fenelon y madame Guyon y que se llama quietismo en el español aragonés Miguel de Molinos. Nadismo que nadie ha definido mejor que el pintor Ignacio Zuloaga cuando, enseñando a un amigo su retrato del botero de Segovia [El enano Gregorio el botero, 1907. Museo Hermitage. San Petersburgo], un monstruo a lo Velázquez, un enano disforme y sentimental, le dijo: «—¡Si vieras qué filósofo!... ¡No dice nada!». No es que dijera que no hay nada o que todo se reduce a nada; es que no decía nada. Era acaso un místico sumergido en la noche oscura del espíritu de san Juan de la Cruz. Y acaso todos los monstruos de Velázquez son místicos de ese género. Nuestra pintura española, ¿no sería la expresión más pura de nuestra filosofía viril? El botero de Segovia, al no decir nada de nada, se ha librado de la obligación de pensar; es un verdadero librepensador.

Miguel de Unamuno, La agonía del cristianismo


NOTA: Dado que el singular desliz señalado arriba (“eufeminismo” en vez de “eufemismo”) no es achacable a Unamuno, lo mejor será dejar constancia del lugar del crimen:
La agonía del cristianismo, 5ª edición, cap. VI, p. 70. Madrid: Espasa-Calpe (Colección Austral), 1975.