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21.11.09

El misterio de lo cotidiano

Día templado. El sol atraviesa, tímido, las nubes. La mirada, a diferencia de los días de batalla, se vuelve lenta, apacible, minuciosa. No es aún la fijeza, la mística mirada dominical, pero qué lejos queda la ansiosa mirada del lunes, la acuciante mirada del martes, la incierta mirada del miércoles, la cansada mirada del jueves, la torpona mirada del viernes... No, no es aún la mirada silenciosa y meditativa de los domingos de otoño. Es apenas su preludio sabatino. Una mirada que empieza a ver cosas que cualquier otro día no vería. Cosas anodinas o sorprendentes, según la ingenuidad del observador, pero que dibujan una sonrisa en el rostro del día. Por ejemplo, ver a un payaso tirando de un carrito, que empieza a desvertirse al lado de un coche (lo primero que se quita es la bola de la nariz), luego el chaleco... Dejo de mirar, por pudor. Que nadie vea en lo del payaso más cera de la que arde: hay un circo cerca de donde lo vi.)

Prosigo mi paseo, y  veo a lo lejos algo típicamente madrileño: un taxista orinando. No sé cómo se las apañan para orinar los taxistas de otras latitudes: en Madrid es tradición abrir la puerta del acompañante, escudo protector de las miradas, apoyar el antebrazo derecho y usar la mano izquierda como lazarillo, según es norma. (Esto vale para los de orinar zurdo, es decir, los diestros, que son mayoría; pero ignoro si los verdaderamente zurdos proceden parapetándose tras la puerta del conductor, y apoyando el antebrazo izquierdo, y... etc.)

Al cabo de un rato, me siento en un banco, atraído -¡o manes cervantinos!- por un suplemento dominical abandonado; y me solazo leyendo un sabroso artículo sobre los premios literarios...

Tras un paseo de tanta enjundia antropológica, volví a casa más contento que unas castañuelas, aunque sin dejar de pensar en esos pequeños misterios de lo cotidiano, que sólo gozamos cuando no vamos ciegos por la vida, ni esperamos grandes cosas de la realidad.

9 comentarios:

zim dijo...

Me gusta el toque personal que tiene esta entrada. Y estoy de acuerdo, la prisa y la costumbre nos convierten en auténticos ciegos. Nos costaría hacer una descripción excesivamente detallada de lugares que frecuentamos a diario y no así de los que sólo vemos en alguna ocasión especial. Lo que cambia, como bien dices, es la mirada. Deberíamos estar siempre en disposición de que fuera minuciosa, lenta y apacible. Sería señal de que nuestra vida también se desacelera.

No me he fijado, pero diría que los taxistas de mi lugar no tienen esa costumbre. Ah, si yo fuera payaso, también empezaría por la nariz.

Luis Valdesueiro dijo...

La costumbre (y ahora voy a hacer de abogado defensor de los taxistas) por incívica que sea, se asienta en una paradoja -dejando al margen la dificultad para aparcar el vehículo, y que son escasos los urinarios en la calle-: entrar en un bar, si conlleva tener que beber algo, se convierte en un círculo vicioso...

Juan Poz dijo...

Este recorrido semanal me ha traído a la memoria una de mis composiciones "secretas", puesto que el pudor las retiene no sólo desencajadas, sino también encajonadas, quizás para bien de los fatigados lectores:

DIETARI


Els dijous tenen la poesia justa,
com un llampec a trenc d’alba
i el mirall d’un llac engalenat per la pluja.
Els dilluns, però, presoners de la llegenda
negra del clar-obscur, tenen una poesia
agredolça, com els plors dels nadons.
Els dimecres tenen la poesia nerviosa
del trànsit, com el viatge de la llum
des de la llanterna vers el racó fosc
i com la fugida de la sargantana.
La poesia dels divendres és tendra,
com la cara tova i suosa del formatge
fresc, com la paraula d’amor arrencada
per la passió a la timidesa dels llavis.
Els dissabtes s’omplen de una poesia arravatada,
com l’esclat d’una turmenta estiuenca
o la màniga ampla d’un pecador tardà.
Els diumenges, però, tenen la poesia mandrosa,
com la sobretaula entre vells amics
o la pau eixuta del camí de sirga.
Els dimarts tenen la poesia trencadissa
dels ponts de plata oferts amb desgana,
i de la fragilitat consistent de les treves.

zim dijo...

Tendremos que agradecer a Luis su poder evocador. Bonita composición. Haces bien en dejar que rompa el cierre del cajón y se decida a volar hasta aquí. Hace más de once años que no escucho hablar ni leo en catalán; me alegro de haber tenido que buscar el significado de sólo una palabra 'treves'.
Creo que a mí me gusta la poesía de los viernes.

PS: soy nueva en estos mundos, y no sé si es correcto y educado comentar los comentarios; vamos, si quizá es de mal gusto usar la casa de otro para charlar con uno de sus invitados también. En fin, si lo es, me lo advierten por favor. Quizá no sea cosa de ir pegando la hebra a troche y moche. Saludos.

Juan Poz dijo...

Luis es Valdesueiro, y un valle forzosamente tiene mucho de acogedor, ¿no? En cualquier caso, agradezco el elogio y lo atesoro.

Luis Valdesueiro dijo...

Bueno, bueno, Poz, acogedor según se mire, porque en algún lugar he visto que "sueiro" vendría a ser mortaja. Aunque también una mortaja es acogedora, envoltorio de nuestras postrimerías.
Disculpad la tardanza en acusar recibo.
Agradezco, Poz, tu aportación, y lamento haberla entendido -mea culpa- sólo a medias. Pero no tengo ninguna duda respecto a su belleza y profundidad.
Gracias a ti, Zim, por lo que a mí respecta. Y sí, según los teóricos de la cosa bloguera, como no podía ser de otra manera, es correcto y educado comentar los comentarios, cuidando, eso sí, en las conversaciones cruzadas, de identificar al interlocutor. Pero como aquí no somos multitud...

zim dijo...

Luis ¿qué mejor mortaja que la hierba mullida de un valle para dormir el sueño eterno (y hasta el de la siesta)? Admiramos por lo general las cúspides rocosas y escarpadas, por su grandosidad y su imponencia, pero yo no puedo dejar de identificarme mucho más con los valles verdes y frescos, de pequeñas ondulaciones, acogedoras lomas y fértiles praderas.
Un apellido muy eufónico el tuyo. Saludos.

Luis Valdesueiro dijo...

Muchas gracias, Zim, pero yo no tengo ningún mérito: mi apellido es heredado...
Saludos.

zim dijo...

jajaja ... espero que de paso hayas heredado también en valle, y cuanto pueda contener (pazo, molino, lagar, aserradero, pastos, ...) y seas un señor noble, justo y liberal.
Perdón, vengo de la peluquería y el aire del secador me ha debido influir en las conexiones neuronales.
Saludos.

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