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31.1.12

“Los Chinchillas”

                  Goya, Caprichos, 50
El que no oye nada ni sabe nada, ni hace nada, pertenece a la numerosa familia de los Chinchillas q.e nunca à servido de nada.

[Comentario manuscrito. Museo del Prado]
Los necios preciados de nobles siempre estan con su executoria al pecho, reclinados desidiosamente, rezando como unos fanáticos el rosario, y bostezando. La ignorancia les alimenta groseramente, y tienen su entendimiento cerrado a candado. [Comentario manuscrito. Biblioteca Nacional]

Pero, ¿a qué se refería Goya con esta palabra? Gracias a [Edith]

Helman se ha podido esclarecer esta pregunta. Hay una alusión

aquí a una pieza satírica de teatro que fue popular en su tiempo

y que Goya, sin duda, conocía. Goya había pintado escenas de

El hechizado por fuerza de Antonio Zamora demostrando su

familiaridad con este tipo de teatro. Se trata ahora de El Dómine

Lucas obra de Cañizares (1676-1750). La pieza se seguía

representando en tiempos de Goya. En esta obra hay un

personaje [?], D. Pedro Chinchilla y su sobrino D. Lucas que

pertenecen a una familia pagada de sus escudos de nobleza,

presumida, que se cree por encima de los

humanos, “dispensada de pensar y discurrir” que vivía instalada

en las creencias de clase y los prejuicios que les había

administrado con cucharón  -como decimos en español-, sus

preceptores y maestros. Con este lastre para andar por la vida

eran fácilmente burlados. Debió de hacerse popular la alusión a

los Chinchillas y Goya contaba con que el público entendía su

sentido. De esta manera se nos aclara, no el significado del

dibujo, que sí entendemos, sino el mote de Chinchillas que no

era descifrable si no se daba con su fuente.


Enrique Lafuente Ferrari, en Los Caprichos de Goya. Introducción y catálogo crítico.
[La cita está tomada al pie de la letra: que cada quien ponga las comas (ausentes o presentes) donde mejor le parezca. Disculpad esta minucia.]

28.1.12

Aforismos de Fernando Menéndez (Con unas palabras de José Ramón González)

En 2008, la editorial vallisoletana Difácil publicó el libro de aforismos de Fernando Menénez, Hilos sueltos, precedido de unas enjundiosas
“Notas sobre el aforismo”, de José Ramón González.

A continuación transcribo unos párrafos del prólogo y espigo una veintena de 
aforismos del libro.


De “Notas sobre el aforismo”

Situado en un territorio fronterizo entre la literatura y la filosofía, entre la prosa de pensamiento y la poesía, y en el que vienen a confluir, además, las fórmulas sentenciosas de tradición oral y las escritas, el aforismo moderno parece resistirse tercamente a cualquier intento de caracterización. «No hay nada menos definible que el aforismo», escribió Eco en un trabajo sobre la obra de Oscar Wilde.

[...]

Basta repasar la extensión del término para comprobar que aforismo se emplea por lo general de una manera imprecisa y borrosa. A veces se aplica a fórmulas lingüísticas muy breves, que no van más allá de una frase sencilla y escueta, y otras veces se utiliza para referirse a un discurso fragmentario, pero mucho más elaborado y complejo, que no renuncia por completo a la argumentación y que puede llegar a ocupar varios párrafos de mediana extensión (y Nietzsche y Cioran son siempre convocados a este respecto como ejemplos representativos). Pero es que además, y esto parece mucho más grave cuando se aspira a definir con rigor, el aforismo tiende a fundirse con fórmulas próximas sin que pueda distinguirse una solución de continuidad clara.

[...]

La escritura aforística moderna adopta una forma fragmentaría —como sucesión de piezas independientes— pero no aspira a la totalidad, ni la implica. [...] Es una escritura atomizada y fluctuante, un dispositivo abierto, que huyendo de la exhaustividad y el sistema, nos sitúa en el instante y nos instala en la provisionalidad permanente. Incluso cuando enuncia verdades que aspiran a permanecer, lo hace como testimonio del instante en el que se hacen presentes a la conciencia enunciadora. En este sentido, el uso del tiempo presente nos enfrenta a la pura actualización (aunque semeje un presente de eternidad). Y es desde esa perspectiva limitada desde donde nos obliga a mirar la realidad. Lo inacabado, o mejor aún, lo inacabable se convierte en norma. Podríamos hablar entonces del aforismo como expresión de un pensamiento nómada o trashumante, o de un pensamiento fluido, líquido, no acumulativo. Es el pensamiento que se esfuerza en pensar su propio proceso. Si el pensador tradicional acota un territorio, impone sus normas, traza mapas, edifica y distribuye títulos de propiedad, el aforista funda en cada instante y es un ser sin memoria constructiva o arquitectónica, para quien sólo cuenta el momento de la revelación, del descubrimiento, que trata de apresar con su palabra. [...] Los aforismos vienen a ser una suma de instantes y, en este sentido, la escritura aforística se aproxima a la escritura autobiográfica o a la escritura diarística (y no es extraño que en muchas ocasiones se fundan en un mismo texto) y se convierte en enunciación lírica.

[...]

En lo que atañe a Hilos sueltos, que me ha servido de disculpa para trazar estas breves y apresuradas notas sobre el aforismo, cabe señalar que prolonga el impulso creativo que dio lugar a Biblioteca interior (Valladolid, Difácil, 2002) y, en un sentido más personal, a Dunas (Valladolid, Difácil, 2004). Fernando Menéndez cultiva un aforismo escueto, particularmente lacónico y preciso, que tiende a la sencillez extrema, suprimiendo incluso los nexos más comunes y en el que la limitación verbal se convierte en la palanca que abre el sentido. Busca muchas veces la sorpresa —sin duda porque el primer sorprendido es él mismo, que se esfuerza en mirar lo que le rodea con ánimo inaugural— y cualquier experiencia elevada o trivial —el amor, la política, la amistad, la creación, la religión, el destino, el deseo, el dinero, la soledad...— es filtrada y reflejada —se convierte así propiamente en acto de reflexión— a través de una palabra que aspira a la novedad de lo inédito.


JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ
De “Notas sobre el aforismo”, prólogo de Hilos sueltos

AFORISMOS DE FERNANDO MENÉNDEZ

 

Bañarse en la oscuridad de uno mismo.

*

El poeta es un malabarista de la soledad.

*

El límite último es el olvido.

*

Enmudece tu palabra hasta despertarla.

*

Un poema es un fracaso del silencio.

*

Cada día estoy más solo con mi destino.

*

La sombra: la continua metáfora de uno mismo.

*

Leer un aforismo para gozar de su silencio.

*

La esperanza: un diario sin fechas.

*

Conócete a ti mismo, pero con ironía.

*

Los recuerdos naufragan en la distancia.

*

Una cosa es vivir y otra durar.

*

La ironía es la tijera de la inteligencia.

*

Lo único que no te abandona es tu absoluta soledad.

*

Leer para leerme.

*

Todo deseo es una nostalgia.

*

Cada uno es el solitario maestro de su enigma.

*

El placer sombrío de la melancolía.

*

Los amores: formas breves de soledades.

*

Hay dos clases de poetas: los que viven de la poesía y los que existen para la poesía.


FERNANDO MENÉNDEZ, Hilos sueltos
Prólogo de José Ramón González
Valladolid: Difácil, 2008

26.1.12

“El sueño de la razón produce monstruos”

                                Goya, Caprichos, 43
La fantasia abandonada de la razon, produce monstruos imposibles: unida con ella, es madre de las artes y origen de sus marabillas. [Comentario manuscrito. Museo del Prado]
Portada para esta obra: cuando los hombres no oyen el grito de la razón [sic], todo se vuelve visiones. [Comentario manuscrito. Biblioteca Nacional]

23.1.12

Poetas prostitutas, chinas

No sin sorpresa, descubro la existencia de un libro curioso: Antología de poetas prostitutas chinas (siglo V-siglo XXI). Ante tan extraño título, y desconocedor de su contenido, cabe preguntarse qué es lo sustantivo: la poesía o la prostitución. ¿Cómo no recordar ahora el sarcasmo de Baudelaire: “el arte es prostitución”, si las prostitutas chinas dan para una antología poética que atraviesa los siglos? Aparece, pues, una nueva clase de poetas adjetivos: al ya clásico de “poetas suicidas” (entre los que no sólo hay hombres) se une el de “poetas prostitutas” (que excluye a los hombres, aunque quizás haya poetas putos, ya que, según Quevedo, “puto es el hombre que de putas fía”).

Lo curioso de tales designios adjetivos, no puede evitarnos reconocer su absurdo reduccionismo. Quién sabe si en esa antología hay tantas prostitutas como poetas, o tantas poetas como prostitutas. Por lo que a mí respecta, tan sugerente título me impone estricta castidad lectora, aunque, al final, quizás la curiosidad me venza: la carne es débil (o triste) y quedan muchos libros por leer.

Dándole vueltas al magín, y a fin de contribuir en algo al arte de titular libros, se me ocurren algunas antologías posibles: Antología de cuentos guarros escritos por carteros (ineludible la presencia de Bukowski), Antología de poetas masones (los nombres de los poetas se mantendrán en secreto), Antología de poetas inéditos que quieren dejar de serlo (un problema para el antólogo: ¿se excluyen a los poetas que han publicado en revistas o en internet?), Antología de poetas españolas (estarían representadas poetas españolas, con un anexo para quienes siendo españolas, no se sientan tales), Antología de poetas españoles (vale lo anterior, aunque esta antología incluiría también a los poetas), Antología de poetas muñidores de antologías poéticas (imperdonable la ausencia de José Luis García Martín y Luis Antonio de Villena), Antología de poetas de obra corta (con representación de un Fray Luis de León, por ejemplo, o un Bécquer), Antología de poetas calvos y de obra larga (lamentablemente estaría excluido Walt Whitman, por su pelambrera), Antología de poetas viudos y viudas (en cada nueva edición se renovarían los poetas), Antología de poetas muertos (complementaria de la anterior: viudos y viudas también pasan a mejor vida), Antología de poetas nobeles (por oposición a noveles), Antología concisa de poetas pajilleras (obra de mucha erudición: el prólogo debería aclarar la posible relación causal entre la prohibición de las casas de lenocinio y el trabajo autónomo y cinéfilo de las tales), Antología de poetas de Sevilla la Nueva (con un requisito inexcusable: la reproducción de la Partida de nacimiento literal de los antologados), y la más universal de todas las antologías: la Antología universal de poetas tristes… ¿Alguien da más? Títulos, quiero decir. 

20.1.12

¡Existir! ¿Y cómo?

Nunca aprendi a existir, escribe ese semiheterónimo de Fernando Pessoa llamado Bernardo Soares, tenedor de libros en la ciudad de Lisboa; y escribe en un portugués que, en esta frase, casi casi es español. ¡Existir! ¡Vaya sueño! Cómo aprender a existir si andamos a tientas por la vida, si apenas vamos tirando, si tropezamos en los días como lerdos, si anhelamos efímeras paparruchas… ¡Existir! ¿Y quién sueña con existir? Para existir nos falta vida, vida honda, vida de calidad. (Releo la última frase y rumio la última palabra: ca-li-dad. ¡Qué extraña palabra! Pero así son las cosas: basta con que nos detengamos en ellas para que nos invada toda su extrañeza, lo mismo que si acabaran de nacer.)

18.1.12

El Tiempo corta las alas a Cupido

François Perrier, El Tiempo corta las alas a Cupido, grabado, ca. 1630-1670. Londres, British Museum.


En el margen inferior puede leerse la frase: “El amor lo vence todo, mas el tiempo vence al amor”. Aquí el Padre Tiempo, musculoso y con barba, con la guadaña y el reloj de arena a sus pies, aferra a Cupido, cuyas flechas han caído al suelo en señal de rendición, y le recorta las alas para que no vuele demasiado alto.
Pietro Redondi, Historias del tiempo
Madrid: Gredos, 2010

      

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San Juan de la Cruz

Alberto Caeiro

José A. Muñoz Rojas

 

 F

4.1.12

Soldadesca

SEGÚN parece, y por qué dudarlo, los protagonistas de esta foto, en la que el vuelo queda para siempre suspendido, son soldados que gozan de un instante de asueto en algún lugar de la Segunda Guerra Mundial. Así, tan desnudamente, ¿quién adivinaría la patria por la que luchan?


     

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