Nadie fía de prosperidades: sólo el vivir ajustado es el mejor estribo.
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No pienses que es humildad callar cuando prevalece lo malo y rehusas defender lo bueno; huye de una humildad que con la omisión se viene a hacer necedad.
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Siempre debes desagradarte de ti mismo si deseas conseguir aquello que no tienes; y si te dejas decir: esto basta, vas perdido.
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La misma tristeza inventa por sí misma muchos motivos de sentimiento.
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Si quieres no temer ni esperar, da por pasada la vida.
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Primero nos faltarán lágrimas que causas de llorar.
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Nunca se cansa el que confía.
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La aflicción da nuevo juicio.
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No se ama lo que por otra causa se ama.
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El fin de la paciencia es esperanza de prometimientos.
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Si juzgamos, somos aborrecidos; si callamos, causamos sospecha.
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De dineros y bondad, la mitad de la mitad.
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El que ha ofendido a otro nunca le perdona.
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Sale de la guerra la paz, de la paz abundancia, de la abundancia ocio, del ocio vicio, del vicio guerra.
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Cada zorra guarde su cola.
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No siempre puede estar tirante el arco. Ni lo más perfecto en los hombres se escapa del dominio del tiempo, de la jurisdicción del olvido.
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Conviene vivir considerando que se ha de morir: la muerte es buena, parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
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Hay medrosos que temen el rayo aun después de haber oído el trueno.
FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645), Migajas sentenciosas. (Obras completas, tomo I. Obras en prosa.) Aguilar, Madrid, 1966.
Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.) |
4 comentarios:
Después de leer las sentencias queda la sensación de que, aunque no les falta un fondo de clarísima razón, todas ellas apuntan al lado gris y trabajoso de la vida. Parece mentira que en ninguna de ellas aflore el humor con que Quevedo era capaz de alumbrar la más negra de las realidades y despertarnos una sonrisa.
Ah, muchas gracias por el detalle, Luis. Es un honor.
Tengo la impresión de que en Quevedo predomina el humor negro. Detrás de las sonrisas que despierta, casi siempre hay un poso de amargura.
Quevedo es un moralista que condena la hipocresía del mundo, un 'pecado' que considera raíz de todos los vicios. En Quevedo se dan, a la par, el moralista impávido y el sarcástico vitalista.
Quevedo es un moralista que condena la hipocresía del mundo, un 'pecado' que considera raíz de todos los vicios. En Quevedo se dan, a la par, el moralista impávido y el sarcástico vitalista.
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