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29.11.09

*Estelas, epitafios (y 2: modernos)





Escrito con sangre        
No podemos más. Nos hemos comido nuestros caballos, nuestros pájaros, ratas y mujeres. Y seguimos hambrientos.
Los sitiadores, que tapan las troneras, son más de cuatro miríadas; nosotros, menos de cuatrocientos.
Ya no podemos tensar el arco ni alzar la voz para injuriarlos; solamente nos cabe rechinar las mandíbulas, con el deseo de morderles.
*    *    *
Verdaderamente, no podemos más. Que el Emperador, si se digna leer estas líneas escritas con nuestra sangre, no tenga reproches para nuestros cadáveres-
Pero que no evoque nunca nuestros espíritus, pues queremos convertirnos en demonios, y de la peor especie:
¡Para siempre morder y devorar a estas gentes! 
__________________
ÉCRIT AVEC DU SANG
Nous sommes à bout. Nous avons mangé nos chevaux, nos oiseaux, des rats et des femmes. Et nous avons faim encore.
Les assaillants bouchent les créneaux. Ils sont plus de quatre myriades; nous, moins de quatre cents.
Nous ne pouvons plus bander l'arc ni crier des injures sur eux; seulement grincer des mâchoires par envie de les mordre.
*     *     *
Nous sommes vraiment à bout. Que l'Empereur, s'il daigne lire ceci de notre sang, n'ait point de reproches pour nos cadavres.
Mais que'Il n'évoque point nos esprits: nous voulons devenir démons, et de la pire espèce:
Par envie de toujours mordre et de dévorer ces gens-là!
VICTOR SEGALEN (1871-1919), Antología. (El poema pertenece al libro Stèles/Estelas, del que Manuel Álvarez Ortega publicó una versión en Visor, Madrid, 1974.) Versión de Leopoldo Azancot. Plaza & Janés, Barcelona, 1973.     
    
Robert Davidson
Crecí espiritualmente nutriéndome del alma de la gente.
Si veía un alma fuerte
la hería en su orgullo y devoraba su fuerza.
Los refugios de la amistad conocían mi astucia,
porque cuando podía robar a un amigo lo hacía.
Y toda vez que lograba ensanchar mi poder
socavando una ambición, lo hacía;
así calmaba la propia.
Y triunfar sobre las otras almas,
sólo para afirmar y demostrar mi fuerza superior
era para mí un placer,
el agudo regocijo de la gimnasia del alma.
Devorando almas hubiera podido vivir eternamente.
Pero sus indigestas sobras me provocaron una nefritis mortal,
con terrores, desasosiegos, depresiones,
odio, suspicacia, visiones perturbadoras.
Al fin me desplomé con un alarido.
Recordad a la bellota;
no devora a las otras bellotas.
EDGARD LEE MASTERS (1869-1950), Antología de Spoon River. Traducción de Alberto Girri. Barral Editores, Barcelona, 1974.

Epitafio
Ha muerto
acribillado por los besos de sus hijos,
absuelto por los ojos más dulcemente azules
y con el corazón más tranquilo que otros días,
el poeta Leopoldo Panero
que nació en la ciudad de Astorga,
y maduró su vida bajo el silencio de una encina.
Que amó mucho,
bebió mucho y ahora
vendados sus ojos,
espera la resurrección de la carne
aquí, bajo esta piedra.
LEOPOLDO PANERO (1909-1962), Antología. Selección, prólogo y notas de Juan Luis Panero. Plaza & Janés, Barcelona, 1973. (La editorial Renacimiento acaba de publicar una antología a cargo de José Cereijo.)

Epitafio
Detende, caminantes, vuestros pasos.
Sabed que aquí reposa alguien que amara mucho
La hermosura del mundo: los árboles, los libros,
La música, el verano, las muchachas.
No preguntéis quién fue, ni desde cuándo
Es ya silencio, olvido de las cosas.
En la tierra que cubre sus despojos
Plácidamente descansad un rato.
Y proseguid después vuestro camino
Bajo el propicio sol que en su noche os desea.
[15 de octubre de 1980]
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO, Elegías. Trieste, Madrid,  1984.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

6 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

El poema de Segalen es impresionante. Gracias por traerlo, y enhorabuena por estas antologías mínimas, que no tienen desperdicio.

Luis Valdesueiro dijo...

Gracias a ti, José Miguel, y a cuantos siguen esta antología: ese seguimiento me anima a seguir. Y hay para rato.

Juan Poz dijo...

"Acribillado por los besos de sus hijos". Teniendo en cuenta "El desencanto", el participio adquiere una dimensión poética inversamente proporcional al tópico del que nace; del mismo modo que "bebió mucho", sin salir del mismo desencanto, da razón genética de otras drogadicciones. ¿O no se puede leer así la poesía?

Luis Valdesueiro dijo...

Muy bien traído, Poz. Está claro que hay epitafios que son pura fantasía. Y que Pierre Menard no deja de reescribir lo ya escrito, como pone en evidencia tu comentario.

José Cereijo dijo...

Gracias, Luis, por recoger el epitafio de Panero (que cierra mi propia antología) y dar noticia de ella. Respecto al comentario de Juan Poz, la poesía puede leerse de muchas maneras. Habría que tener en cuenta, de todos modos, que "El desencanto" no permite conocer la versión del propio Leopoldo Panero, y que echar la culpa a los muertos -que no pueden protestar o defenderse- es fácil.

Luis Valdesueiro dijo...

Tu observación, José, es atinada: "El desencanto" tiene mucho de ajuste de cuentas familiar, un ajuste de cuentas descarnado y unilateral. Pero, si no me traiciona la memoria, dirigido en exclusiva contra el hombre.

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