«De entre la poesía “de tipo popular” registrada en las fuentes quise recoger lo que sentía, por su temática, estilo y técnica, como más “auténtico”, más cercano a lo antiguo, menos “contaminado” por los estilos poéticos cultos. Consciente de la dificultad de esa tarea, que a la vez juzgaba imprescindible, me debatía una y otra vez con el enigma que me planteaban muchos textos: ¿es o no es? ¿pertenece o no a la “escuela poética popular”?
¿Hasta qué punto, me pregunto yo ahora, era atinada —por no decir sensata— esa preocupación, esa búsqueda desesperada de la “autenticidad”? Las canciones que durante la Edad Media cantaban los campesinos y pastores, las hilanderas y panaderas, los marineros y pescadores, eran, sí, distintas de la poesía de corte trovadoresco que se practicaba en los palacios señoriales. Distintas y contrastantes, como que respondían por fuerza a una diferente, y aun opuesta, concepción de la vida. Pero entre ambos mundos existían contactos múltiples, que repercutieron en la cultura popular. Ésta no es, ni ha sido nunca, totalmente autónoma, sujeta como está al dominio de los poderosos. Nuestras cancioncillas muestran, precisamente, hasta qué punto la ideología dominante pudo condicionar ciertos aspectos de las concepciones populares durante la Edad Media; en algunas canciones aparece el amor como privilegio de la nobleza y como servicio, con sus requisitos forzosos de silencio y discreción; aparecen la timidez del amante, el odio a los murmuradores, la guerra de amor, la caza de amor, el cautiverio del amor…, temas típicos de la poesía aristocrática. Y en su contacto con la temática propiamente popular surgen curiosas contradicciones.
Si la total “pureza” de esa lírica es un mito, al integrarse ella a la cultura cortesana, y luego urbana, de la España renacentista y posrenacentista, el panorama se complica aún más. Los cruces de lo popular con lo culto se multiplican. Junto a las imitaciones perfectas cunden cantarcillos de estilo semi-popular, muchos de los cuales, ampliamente divulgados, se irían integrando al acervo de las clases humildes. Visto globalmente, este acervo ya no sería en el siglo XVI lo que fue en el XV, pues se había incrementado con más aportaciones procedentes de la poesía aristocrática. O sea, que tanto en el nivel de la poesía cortesana y urbana, como en el de la lírica folklórica contemporánea lo popular ya no era lo que había sido en la Edad Media.» (Del "Prólogo" de Margit Frenk)
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Metido entre amor y miedo,
no sé cómo bevir puedo. [611]
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Pensamiento, ¿dónde as estado?,
que tan mal noche me as dado. [657 D]
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Querer a quien no me quiere,
¡mal aia quien tal hiziere! [678]
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Si, como viene, el mal durasse,
no abría mármol que no quebrasse:
¡qué hará el corazón, siendo de carne! [811 B]
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¡O, tiempo bueno!, ¡o, tiempo pasado!,
que toda mi gloria contigo as llevado.
Pues todos mis bienes contigo llevaste,
la dulçe memoria ¿por qué la dexaste? [829]
MARGIT FRENK, Corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII). Editorial Castalia, Madrid, 1987.
Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.) |
2 comentarios:
La lectura de la lírica popular es siempre un placer por su sencillez,su claridad y su capacidad para tocar el corazón. Es como un canto rodado, de esos que brillan bajo el agua.
Un saludo.
Gracias, Carmen, por tu comentario.
Un saludo.
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Gracias por tu comentario.
Contestaré si tengo algo pertinente que añadir.