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28.6.10

Unamuno y el resentimiento trágico de la vida. (Fragmentos de sus Notas sobre la revolución y guerra civil españolas. Y otros textos) (y 2)

Unamuno, ¿traidor?

"Para muchos españoles y no españoles lectores de Unamuno, la actitud que adoptó desde el comienzo de la Guerra Civil hasta el 12 de octubre de 1936 supuso realmente una decepción, pues parecía que se encontraba con los que se llamaban 'salvadores de la patria'. Yo he conocido a personas que no querían hablar de Unamuno, que lo consideraban un traidor casi, hasta el punto de que el Gobierno republicano lo destituyó del puesto de rector vitalicio de la Universidad de Salamanca. Pero luego todo esto quedó, podríamos decir, subsanado con lo que ocurrió el 12 de octubre. Pocos días después de esa fecha, el Gobierno de Franco lo expulsó también del puesto de rector vitalicio en el que acababa de restablecerle. Por lo que podemos decir que Unamuno fue víctima de los dos Gobiernos. Así que para muchos resultaba alguien incómodo por haberse prestado a sostener la sublevación."
JUAN MARICHAL
(Palabras recogidas en el artículo de Julia Cela "La figura de Miguel de Unamuno en la biografía y la trayectoria intelectual de Juan Marichal", en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. II.ª época, n.º 48, Madrid, diciembre 2002.)

Fragmento de una carta de Unamuno a su amigo Quintín de la Torre

Qué cándido y qué ligero anduve al adherirme al movimiento de Franco, sin contar con los otros, y fiado —como sigo estándolo— en este supuesto caudillo. Que no consigue civilizar y humanizar a sus colaboradores. Dije, y Franco lo repitió, que lo que hay que salvar en España es la “civilización occidental cristiana” puesta en peligro por el bolchevismo, pero los métodos que emplean no son civiles, ni son occidentales, sino africanos —el África no es, espiritualmente, Occidente—, ni menos son cristianos. Porque el grosero catolicismo tradicionalista español apenas tiene nada de cristiano. Eso es militarización africana pagano-imperialista: y el pobre Franco, que ya una vez rechazó —si bien tímidamente— aquello de Primo de Ribera [sic] de “los de nuestra profesión y casta”, refiriéndose a la oficialidad de carrera, que no es el ejército, como el clero no es la iglesia, el pobre Franco se ve arrastrado en ese camino de perdición. Y así nunca llegará la paz verdadera. Vencerán, pero no convencerán, conquistarán, pero no convertirán.
MIGUEL DE UNAMUNO
Salamanca, 13-XII-36
[Citado por Luciano G. Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936. Tusquets Editores, Barcelona.]

Unamuno, ¿neutral?

Unamuno tiene conciencia de los reproches que su crítica a ambos lados puede ocasionar: "¿A quién se le ocurre ponerse de espectador entre dos bandas contendientes sin tomar partido ni por una ni por otra?" Pero su postura no es, en realidad, la del espectador que simplemente contempla, sin decidirse por ningún partido. Más bien, Unamuno abraza (o intenta abrazar) en sí mismo, como hemos dicho, a los dos bandos beligerantes.
CARLOS FEAL, "Estudio", en la obra citada de Unamuno

EL RESENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA [Selección]

[Respeto fielmente la disposición tipográfica, la ortografía, etc., del manuscrito, lo que a veces me obliga a separarse del texto impreso.]

Fue un disparate mandar quitar los crucifijos

de las escuelas pues con ello les dieron un sentido

que no tenían, y otro disparate cambiar la bandera

pues le dieron a la bicolor un sentido que no

tenía. El crucifijo es símbolo de una

religión inconciente popular = laica, pagana, y no

ortodoxa y la bandera era nacional y no
monárquica

[…]

Para que escribo esto? Para remedio. No.

Para conocim. del mal. Si uno se muere

saber de que se muere.

[…]

Resolverme enseguida. Contra el rey; lue

go contra Primo de Rivera; luego contra

el rey de nuevo; luego entrar en la repúbli

ca y contra esta cuando se desvió y poner

me al lado del ejército; luego… Yo no

he cambiado, han cambiado ellos.

Habrá que temer mañana a los he

roes parados. Nos libraron de la

salvajería moscovita pero que no

nos traigan la estupidez católico-tra

dicionalista española. Y en vez

de las hordas rebaños.

[…]

Este sí que es „El hundimiento del Oc

Cidente”. La gran guerra no la ganaron

ni unos ni otros; la perdieron todos

trayendo dos barbaries, la comunista y

la fascista.

[…]

5 XI Hace tres meses, desde que se desencadenó

la galerna* esta de locura y odio, la guerra inci

vil, no sé nada ni de mi yerno y mis dos hijos

que en Madrid quedaron. Ni en rigor quiero

saber; tengo miedo. Están las tropas llamadas

nacionales a las puertas de Madrid y tiemblo

que —si mis hijos no han muerto, si no los han

matado, si no los han hecho ir al frente rojo

— se me presenten aquí, exhaustos, a aumen

tar la carga de mi hogar que se arruina,

a mirar con más espanto al porvenir de

mi familia. Y yo en desgracia!

Bolchevismo y fascismo son las dos

formas —cóncava y convexa— de una mis

ma y sola enfermedad mental colectiva

Exterminar… extirpar… fulminar…

[* En el texto impreso figura guerra, pero el manuscrito no admite dudas.]

[…]

Lo terrible es que la misma desespera

ción que lleva a los supuestos ateos a vengar

se de Dios y sus ministros les lleva a los

supuestos creyentes —a los que creen creer

o quie[re]n creer— a perseguir a aquellos. Ni

unos ni otros pueden creer, ni no creer. De

un lado la desesperación de la resignación

del otro la resignación a la desesperación

[…]

Las matanzas —carnicerías— aumentan

los funerales y estos aumentan la piedad

o sea el pie de altar.

Lujuria y crueldad, hacer hombres y desha

cerlos. El niño que construye un muñeco para

romperlo.

El miedo rige al mundo, y el tirano es

aquel monstruo que mete miedo y lo tiene.

[…]

Hay que renunciar a la venganza.

MIGUEL DE UNAMUNO, El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y  guerra civil españolas. [Incluye el manuscrito.] Nota preliminar de Miguel de Unamuno Adarraga. Prólogo de Miguel Quiroga de Unamuno. Estudio de Carlos Feal. Alianza Editorial, Madrid, 1991.

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