Unamuno, ¿traidor?
"Para muchos españoles y no españoles lectores de Unamuno, la actitud que adoptó desde el comienzo de la Guerra Civil hasta el 12 de octubre de 1936 supuso realmente una decepción, pues parecía que se encontraba con los que se llamaban 'salvadores de la patria'. Yo he conocido a personas que no querían hablar de Unamuno, que lo consideraban un traidor casi, hasta el punto de que el Gobierno republicano lo destituyó del puesto de rector vitalicio de la Universidad de Salamanca. Pero luego todo esto quedó, podríamos decir, subsanado con lo que ocurrió el 12 de octubre. Pocos días después de esa fecha, el Gobierno de Franco lo expulsó también del puesto de rector vitalicio en el que acababa de restablecerle. Por lo que podemos decir que Unamuno fue víctima de los dos Gobiernos. Así que para muchos resultaba alguien incómodo por haberse prestado a sostener la sublevación."
JUAN MARICHAL
(Palabras recogidas en el artículo de Julia Cela "La figura de Miguel de Unamuno en la biografía y la trayectoria intelectual de Juan Marichal", en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. II.ª época, n.º 48, Madrid, diciembre 2002.)
Fragmento de una carta de Unamuno a su amigo Quintín de la Torre
Qué cándido y qué ligero anduve al adherirme al movimiento de Franco, sin contar con los otros, y fiado —como sigo estándolo— en este supuesto caudillo. Que no consigue civilizar y humanizar a sus colaboradores. Dije, y Franco lo repitió, que lo que hay que salvar en España es la “civilización occidental cristiana” puesta en peligro por el bolchevismo, pero los métodos que emplean no son civiles, ni son occidentales, sino africanos —el África no es, espiritualmente, Occidente—, ni menos son cristianos. Porque el grosero catolicismo tradicionalista español apenas tiene nada de cristiano. Eso es militarización africana pagano-imperialista: y el pobre Franco, que ya una vez rechazó —si bien tímidamente— aquello de Primo de Ribera [sic] de “los de nuestra profesión y casta”, refiriéndose a la oficialidad de carrera, que no es el ejército, como el clero no es la iglesia, el pobre Franco se ve arrastrado en ese camino de perdición. Y así nunca llegará la paz verdadera. Vencerán, pero no convencerán, conquistarán, pero no convertirán.
MIGUEL DE UNAMUNO
Salamanca, 13-XII-36
[Citado por Luciano G. Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936. Tusquets Editores, Barcelona.]
Unamuno, ¿neutral?
Unamuno tiene conciencia de los reproches que su crítica a ambos lados puede ocasionar: "¿A quién se le ocurre ponerse de espectador entre dos bandas contendientes sin tomar partido ni por una ni por otra?" Pero su postura no es, en realidad, la del espectador que simplemente contempla, sin decidirse por ningún partido. Más bien, Unamuno abraza (o intenta abrazar) en sí mismo, como hemos dicho, a los dos bandos beligerantes.
CARLOS FEAL, "Estudio", en la obra citada de Unamuno
EL RESENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA [Selección]
[Respeto fielmente la disposición tipográfica, la ortografía, etc., del manuscrito, lo que a veces me obliga a separarse del texto impreso.]
Fue un disparate mandar quitar los crucifijos
de las escuelas pues con ello les dieron un sentido
que no tenían, y otro disparate cambiar la bandera
pues le dieron a la bicolor un sentido que no
tenía. El crucifijo es símbolo de una
religión inconciente popular = laica, pagana, y no
ortodoxa y la bandera era nacional y no
monárquica
[…]
Para que escribo esto? Para remedio. No.
Para conocim. del mal. Si uno se muere
saber de que se muere.
[…]
Resolverme enseguida. Contra el rey; lue
go contra Primo de Rivera; luego contra
el rey de nuevo; luego entrar en la repúbli
ca y contra esta cuando se desvió y poner
me al lado del ejército; luego… Yo no
he cambiado, han cambiado ellos.
Habrá que temer mañana a los he
roes parados. Nos libraron de la
salvajería moscovita pero que no
nos traigan la estupidez católico-tra
dicionalista española. Y en vez
de las hordas rebaños.
[…]
Este sí que es „El hundimiento del Oc
Cidente”. La gran guerra no la ganaron
ni unos ni otros; la perdieron todos
trayendo dos barbaries, la comunista y
la fascista.
[…]
5 XI Hace tres meses, desde que se desencadenó
la galerna* esta de locura y odio, la guerra inci
vil, no sé nada ni de mi yerno y mis dos hijos
que en Madrid quedaron. Ni en rigor quiero
saber; tengo miedo. Están las tropas llamadas
nacionales a las puertas de Madrid y tiemblo
que —si mis hijos no han muerto, si no los han
matado, si no los han hecho ir al frente rojo
— se me presenten aquí, exhaustos, a aumen
tar la carga de mi hogar que se arruina,
a mirar con más espanto al porvenir de
mi familia. Y yo en desgracia!
Bolchevismo y fascismo son las dos
formas —cóncava y convexa— de una mis
ma y sola enfermedad mental colectiva
Exterminar… extirpar… fulminar…
[* En el texto impreso figura guerra, pero el manuscrito no admite dudas.]
[…]
Lo terrible es que la misma desespera
ción que lleva a los supuestos ateos a vengar
se de Dios y sus ministros les lleva a los
supuestos creyentes —a los que creen creer
o quie[re]n creer— a perseguir a aquellos. Ni
unos ni otros pueden creer, ni no creer. De
un lado la desesperación de la resignación
del otro la resignación a la desesperación
[…]
Las matanzas —carnicerías— aumentan
los funerales y estos aumentan la piedad
o sea el pie de altar.
Lujuria y crueldad, hacer hombres y desha
cerlos. El niño que construye un muñeco para
romperlo.
El miedo rige al mundo, y el tirano es
aquel monstruo que mete miedo y lo tiene.
[…]
Hay que renunciar a la venganza.
MIGUEL DE UNAMUNO, El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y guerra civil españolas. [Incluye el manuscrito.] Nota preliminar de Miguel de Unamuno Adarraga. Prólogo de Miguel Quiroga de Unamuno. Estudio de Carlos Feal. Alianza Editorial, Madrid, 1991.
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