Con los grafitis neoyorquinos de principios de los setenta, poco tiene que ver la obra, indudablemente artística, de Bansky, que, pese a todo, ha dado pie a polémicas y críticas acerbas.
En 2005, Random House publicó Bansky. Wall and Piece, libro en el que se recogen parte de las obras de este artista británico, cuyo nombre se desconoce, que empezó pintando las paredes Bristol, su ciudad natal, a comienzos de la década de los noventa.
Al parecer, hoy por hoy, son muchas las ciudades del mundo en las que puede asaltarnos alguna obra suyas.
Obras de las que surge siempre algo sorprendente, algo capaz de desarmar a la indiferencia más glacial.
Y aunque Bansky suele recurrir a elementos de la realidad, lo cierto es que se permite licencias con esa realidad, consiguiendo así efectos sorprendentes y, de paso, demostrando que cualquier soporte es bueno para el arte, a condición de que sea arte. (Asunto que, por otra parte, puede dar lugar a los más alambicados bizantinismos.)
1 comentario:
uyyyy que parche
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