El pasado martes, Ángel Guinda, reciente Premio de las Letras aragonesas 2010, presentó en la sede de la SGAE su último libro, publicado por Olifante: Espectral, una suite de poemas en prosa en los que el poeta, medio médium, invoca a sus fantasmas. (“¡Para saber quién soy comienzo a dialogar con mis fantasmas!, escribe.) Flamígeros poemas, sinuosos, deudores de lo invisible, que rescatan vivencias maceradas en el dolor o la alegría. Poemas plenos de imágenes fulgurantes y frases interjectivas, delíricas, interrogativas o demoradamente enumerativas e incluso, por momentos, sentenciosas.
Además del autor, recitaron poemas, entre otros, Liberto Rabal y Adriana Davidova. El poeta José Cereijo, por su parte, con voz honda y pausada, dijo el siguiente poema:
¡DE VOCES ESTÁ LLENA MI CABEZA! Voces de aparecidos, voces nuevas, del destino, desconocidas o proféticas, voces del centro de la Tierra, voces inquietantes, amordazadas, metálicas, de vidrio, voces de gas, de cloroformo; huecas voces de catacumbas, de robots, de hilo, de desmembramientos. ¡Mi cabeza es un gong, un campanario, un redoble de voces! Oigo voces que se aglomeran, atropellan, quebrantan mi quietud, se tambalean. Voces de sed, de piedra, de madera, voces del infinito, sepultadas, voces de tiempo, del abismo; voces de oscuridad, de terremotos, volcánicas, de alarma. Mi cabeza es un observatorio de voces embrujadas, solas, voces de apartamentos y palacios, de zulos, de chabolas, de tabernas, de desaparecidos, de extenuación, de guerra, de socorro, de náufragos que claman a las nubes. Veo las voces de las pesadillas. Toco voces de oxígeno, secretas, emigrantes, voces que sangran, voces esqueléticas, voces de flores, rocas, animales, voces sin tumba, voces exiliadas. Pero siempre oigo voces, voces, voces. ¡De todas esas voces está hecha mi voz!
Por último, y traicionando el título de esta entrada, copio un breve poema que evoca, con palabras devastadas, una terrible página de la historia reciente de Europa:
¡ME HA TRAÍDO EL DOLOR a Sarajevo! Bajo esta tierra la hiel echó raíces. La luz, sobre esta tierra, se hizo sombra. Los ojos fueron fieros alaridos y los brazos del infierno se alzaron hasta el sol. Sobrevoló esta tierra un mar de fuego. ¡Bajo este cielo aterrizó la muerte!
Ángel Guinda
2 comentarios:
Me han regalado el último libro de j. Cereijo, y empiezo a leerlo. Los llamados poemas en prosa me interesan de modo creciente, sin dejar de provocarme inquietud.
Saludos.
El "poema en prosa" (sea lo que sea, que no hay acuerdo unánime) también me interesa. y otro tanto puedo decir de la poesía de Cereijo.
Saudos.
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