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18.7.11

+”Una noche” o ”Nocturno III”, de José Asunción Silva, recitado por Berta Singerman, con unas palabras de Juan Ramón Jiménez

Con toda justicia, José Asunción Silva merece entrar en cualquier antología de poetas suicidas, e incluso de poetas a secas, menos numerosos acaso 
que los poetas suicidas.
Gracias a un único poema, el “Nocturno III”, José Asunción Silva se hizo acreedor a figurar en cualquier antología.

En Españoles de tres mundos, Juan Ramón Jiménez fantaseaba así sobre el poeta:

Me gusta representarme a José Asunción Silva desnudo, con su Nocturno segundo [sic] y único en la mano. No necesito de él otro poema, ni otro retrato ni otra biografía, y quemaría el resto de su decadente vida y su escritura confusa: interiores de sedalina, tertulias tontas, encuadernaciones de París, alardes de casino, lacas aproximadas; todo ese dandismo provinciano, vacuo y ridículo que el pobre José Asunción se puso, como el pobre Julián del Casal, alrededor de su espíritu verdadero para asustar o mortificar a los colombianos corrientes, más o menos sensitivos o tolerantes, de una indiferente Bogotá sin culpa.

Y, más adelante, fiel a su peculiar ortografía, el andaluz universal festeja, como si fuera una deslumbramiento, el susodicho poema:

Este nocturno, jermen de tanto en tantos, es sin duda el poema más representativo del último romanticismo y del primer modernismo que se escribió en la América española. Funde dos tendencias o fases idealistas en un punto exacto que coje lo mejor, más desnudo, más esencial de cada una, y desecha de cada una lo sobrante. Es poesía desnuda, poeta desnudo, mujer desnuda, por eso no pasa, como no pasarán los picadores desnudos entre los toros desnudos y los caballos desnudos de Picasso. Es poesía escrita casi no escrita, escrita en el aire con el dedo. Tiene la calidad de un nocturno, de un preludio, un estudio de Chopin eterno, eso que dicen femenino porque está saturado de mujer y luna. Como una joya natural de Chopin, raudal desnudo de Debussi, este río de melodía del fatal colombiano (esta música hablada, suma de amor, sueño, espíritu, majia, sensualidad, melancolía humana y divina) lo guardo en mí, alma y cuerpo, para siempre y siempre que me vuelve me embriaga y me desvela.

¿Y quién mejor que Berta Singerman para interpretar esa música hablada? Música que, como la buena música, gana con la repetición.

Berta Singerman recita “Nocturno III”, de José Asunción Silva

2 comentarios:

Juan Poz dijo...

¡Qué recuerdos, Luis! Gracias. No sé qué admiro más, si el poema del poeta o la interpretación de la rapsoda... Bien vuelto a tu casa.

Luis Valdesueiro dijo...

Por aquí andamos. Y, afortunadamente, el infierno madrileño parece algo "refrigerado", de momento. Quema pero no abrasa, suponiendo que haya un salto cuantitativo entre lo uno y lo otro.

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