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17.6.11

+”Hoy comamos y bevamos”, de Juan del Encina, por Hespèrion XX (ahora XXI), con dirección de Jordi Savall

“Hoy comamos y bevamos”, en versión de Hespèrion XX

Abajo reproduzco el famoso villancico “Hoy comamos y bevamos”, de Juan del Encina, tal como figura en Poesía lírica y cancionero musical, edición, introducción y notas de R. O. Jones y Carolyn R. Lee (Clásicos Castalia, Madrid, 1975). Pone el broche final este villancico a la égloga 6: Égloga representada la mesma noche de Antruejo, tan breve como jocosa, que da cuenta de la gran comilona con que cuatro pastores (Bras, Beneito, Lloriente y Pedruelo) esperan temerosos la llegada de la Cuaresma. Uno de ellos declara: Gran pesar / me pone con su venida / la Cuaresma dolorida, pero un verso del villancico pudiera justificar otra lectura: Mañana vien la muerte. 

  Incluyo un pequeño glosario. Tomo la mayoría de las notas de la edición de Castalia; las restantes, y así lo indico, son del DRAE (22ª edición).

VILLANCICO*

Hoy comamos y bevamos,
y cantemos y holguemos,
que mañana ayunaremos.

Por honra de Sant Antruejo (1)
parémonos hoy bien anchos.
Embutamos (2) estos panchos (3),
recalquemos (4) el pellejo:
que costumbre es de concejo (5)
que todos hoy nos hartemos,
que mañana ayunaremos.

Honremos a tan buen santo
porque en hambre nos acorra (6);
comamos a calca porra (7),
que mañana hay gran quebranto,
Comamos, bebamos tanto
hasta que nos reventemos,
que mañana ayunaremos.

Beve Bras, más tú Beneito.
Beva Pedruelo y Lloriente.
Bebe tú primeramente;
quitarnos has desse preito (8).
En beber bien me deleito:
daca, daca (9), beveremos,
que mañana ayunaremos.

Fin.

Tomemos hoy gasajado (10),
que mañana vien (11) la muerte;
bevamos, comamos huerte (12),
vámonos carra (13) el ganado.
No perderemos bocado,
que comiendo nos iremos,
y mañana ayunaremos.

JUAN DEL ENCINA

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* De la Égloga 6 (Cancionero de 1496), “representada la mesma noche de antruejo”.

(1) Sant Antruejo: en su simplicidad[,] los pastores personifican el día.

(2) embutir (DRAE): llenar, meter algo dentro de otra cosa y apretarlo.

(3) pancho (DRAE): vientre, barriga, panza.

(4) recalcar (DRAE): llenar mucho de algo un receptáculo, apretándolo para que quepa más cantidad de ello.

(5) concejo: concurrencia.

(6) acorrer (DRAE): socorrer a alguien.

(7) a calca porra: frase que no hemos podido dilucidar.

(8) preito: pleito.

(9) daca: da, o dame, acá.

(10) gasajado: agasajado, placer, regocijo.

(11) vien: viene.

(12) huerte: fuerte.

(13) carra: hacia, a.

12.6.11

+”Lo fatal”, de Rubén Darío, en la voz de José Manuel Castañón

Rubén Darío quizás estaba harto, tan harto que escribió un poema para aclarar el asunto.

DE OTOÑO

Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Esos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!

Rubén Darío quizás estaba harto, harto de que le recordaran su pasado (el tiempo de la juvenil sonrisa y la locura armoniosa), ese pasado que, como una giba, llevamos a la espalda, y que es el azogue que alumbra nuestro presente.

Rubén Darío quizás estaba harto de quienes se empeñaban en que los versos de antaño siguieran siendo su único presente.

Rubén Darío quizás estaba harto, harto del eterno retorno de lo mismo, y gritó pidiendo una gracia: “¡dejad al huracán mover mi corazón!”.

Y bien que mueve el huracán su corazón en este terrible poema, “Lo fatal”. Huracán de arrasadora poesía que nos deja plantados y expectantes, como árboles mudos ante todos los misterios.

(No me ha sido posible encontrar una versión más susurrada, pero si a ésta le quitamos un poco de altisonancia, quizás se haga justicia al inmenso poema.)

“Lo fatal”, de Rubén Darío

3.6.11

+”Ah, que tú escapes”, de José Lezama Lima, en su propia voz, con un texto de María Zambrano

En 1948, María Zambrano publicó en la revista Orígenes (La Habana, año V, nº 20), un artículo, “La Cuba secreta” sobre la antología Diez poetas cubanos, 1937-1947, publicada ese mismo año.
Cintio Vitier, el antólogo, era uno de los diez poetas. En esa antología figuraba, entre otros poetas pertenecientes al grupo “Orígenes”, Virgilio Piñera, Eliseo Diego, Ángel Gaztelu y, por supuesto, José Lezama Lima. 
En aquel artículo, María Zambrano hacía unas interesantes consideraciones sobre la poesía primera de Lezama Lima. Un extracto de ese texto, titulado ahora “Cuba y la poesía de José Lezama Lima”. está recogido en Algunos lugares de la poesía, libro póstumo de la filósofa que editó Trotta en 2007, al cuidado de Juan Fernando Ortega Muñoz. Una parte de éste texto es el que figura más abajo.

Con letra más pequeña, recojo una frase que no figura en la edición madrileña y, asimismo, una pequeña discrepancia entre ambos textos.

“Ah, que tú escapes”, primer poema de ENEMIGO RUMOR (1941)

La poesía de Lezama me pareció siempre vivir en estado, más que de gracia, de sacrificio; único estado en que el alma que contrae a diario nupcias con la realidad se mantiene intacta. Y yo diría que es el estado que pide y realiza la poesía, si no es el asombroso milagro de san Juan de la Cruz, que traspasó el sacrificio mismo llegando a lo divino. Mas la sola poesía no alcanza a lo divino que la filosofía logra en sus instantes supremos, cuando está a punto de negarse a sí misma despejándose de su ser que es la razón. [La poesía sin milagro no lo puede realizar, ya que es cuerpo, resistencia, cuajada continuidad.] La poesía permanece en lo sagrado y por ello requiere, exige, estado de permanente sacrificio. El sacrificio es la forma primera de captación de la realidad. Mas, tratándose de la poesía, la captación es un adentramiento, una penetración en lo todavía informe. La poesía no es contemplativa primariamente, puesto que es acción antes que conocimiento. Cuando Goethe anunció [enunció con] la majestad del caso que «en el principio era la acción», no quiso decir otra cosa sino que en el principio era la poesía. Y así los dos Evangelios, el de la acción y el de la palabra, no son sino las dos vertientes de una única verdad. La palabra poética es acción que libera al par las formas encerradas en el sueño de la materia y el soplo dormido en el corazón del hombre. No despierta el hombre en soledad, sino cuando su palabra despierta también la parcela de realidad que le ha sido concedida a su alma como patria.

Y así, la poesía de Lezama, que es acción y no contemplación, se sitúa, a pesar de sus complicadas y a veces cristalinas formas, en ese lugar primario que corresponde a la poesía que se adentra en la realidad despertándola y despertándose. Pues sólo es posible la contemplación cuando ya las formas han sido liberadas y aquietada el hambre originaria de la realidad. La raíz de la creación poética se hunde en la voracidad, en la avidez insaciable de realidad, diremos, metafísica. La filosofía nacida también de esa hambre, atraviesa la fysis para apacentarse en las ideas, idénticas y, por tanto, diáfanas. La poesía, en cambio, se alimenta del mundo de los sentidos, buscando en la fysis su metafísica: la metafísica del ser viviente, en el latido de cada uno de sus instantes, sin identidad. No es la transparencia —condición de la identidad— el imán de la poesía, sino ese otro indefinible género de unidad oscura y palpitante. La poesía atraviesa, sí, la zona de los sentidos, mas para llegar a sumergirse en el oscuro abismo que los sustenta. Antes de que le sea permitido ascender al mundo de las formas idénticas en la luz, ha de descender a los infiernos, de donde Orfeo la rescató dejándola a medias prisionera. Y así, la poesía habitará como verdadera intermediaria en el oscuro mundo infernal y en el de la luz, donde las formas aparecen.

MARÍA ZAMBRANO