“Para llegar a una cabal comprensión del Quijote, pues, es preciso tener bien en cuenta que esta novela no es una sátira de la caballería o de los ideales caballerescos, como algunas veces se ha afirmado y puede hacer creer un juicio precipitado, sino la parodia de un género literario muy en boga durante el siglo XVI. […] Se ha dicho también que el Quijote es el mejor de los libros de caballerías o la sublimación o idealización del género. Tal concepto es falso, ya que el Quijote no es un libro de caballerías sino precisamente todo lo contrario, o sea su parodia. […] Lo cierto es que Cervantes se propuso satirizar y parodiar los libros de caballerías a fin de acabar con su lectura, que el consideraba nociva… […] Y es que a lo largo de todo el siglo XVI los libros de caballerías habían sido objeto de constantes ataques y censuras por parte de filósofos, moralistas y autores graves, como Juan Luis Vives, fray Antonio de Guevara, Juan de Valdés y muchos otros que representan lo más autorizado del pensamiento español de la época. Todos ellos habían batallado para desacreditar la lectura de los libros de caballerías por considerarlos obra de personas ociosas y desocupadas, que escribían mal y enemigas de la verdad y de la historia auténtica, los cuales, con sus nocivos engendros incitaban a la ociosidad y al vicio y hacían perder el tiempo de un modo vano y pecaminoso. Estos graves escritores pedían que se prohibieran los libros de caballerías, que se quemaran y que se persiguiera su lectura, ideas en las que abundaban algunos procuradores en Cortes, en las que se llegó a debatir este punto, y ciertas autoridades eclesiásticas de España y de Indias. Pero todos estos esfuerzos eran vanos e inútiles: los libros de caballerías seguían imprimiéndose y leyéndose con avidez. MARTÍN DE RIQUER, “Cervantes y el Quijote” , en Don Quijote de la Mancha Real Academia Española/Alfaguara, 2004 Edición del IV centenario En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero: -La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. -¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza. -Aquellos que allí ves -respondió su amo-, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. -Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. -Bien parece -respondió Don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, viii Real Academia Española, 2004 Edición del IV centenario |
7.5.12
¿Gigantes o molinos? (Un fragmento del Quijote precedido por unas notas de Martín de Riquer)
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3 comentarios:
Ciertamente la parodia no es lo mismo que la pura sátira; en la parodia hay cierto afán de emulación que supone cierto amor por lo parodiado (véase la purga de los libros de la biblioteca de don Quijote que hacen el cura y el barbero -creo-, en la que se alaba a alguno de estos libros).
LOS MOLINOS O LOS GIGANTES
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