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3.5.11

*Antonio Machado: Proverbios y cantares


[Los “Proverbios y cantares” se publicaron por primera vez –sin la dedicatoria– en la
Revista de Occidente, I, n.º III, 1923.
Al recogerse en Nuevas canciones, tercer libro de poesía de Antonio Machado, publicado en 1924, el poeta desechó varias piezas, quedando un total de 99.]

Estos Proverbios y cantares –el título, y en buena medida, las formas y acentos, son los mismos que en Campos de Castilla [donde figura el famosísimo: Todo pasa y todo queda; / pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar]–, empiezan con la soleá de la “nueva objetividad”: El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas: /es ojo porque te ve.

Esa “nueva objetividad” no es, a la manera escolástica tradicional, primacía de la “cosa”, que estaría ahí para que el intelecto se ajustara a ella, sino que es comunidad con el “tú”, con el “otro”, con los “otros”, en diálogo fecundo. Incluso en lo hondo del “yo” late un “otro”: si nos entendemos a nosotros mismos, ha de ser porque nos tratamos y nos interpelamos como si fuéramos “otro”. La introspección lleva a la “otredad”, si no cae en “vicio solitario”: Todo narcisismo / es un vicio feo /y ya viejo vicio.

Y luego: Mas busca en tu espejo al otro, / al otro que va contigo.

Eso implica volverse más enérgicamente que nunca contra el subjetivismo decimonónico, y contra la primacía del moi fondamental bergsoniano: No es el yo fundamental / eso que busca el poeta, / sino el tú esencial.
JOSÉ MARÍA VALVERDE, “Introducción”

*   *   *

A José Ortega y Gasset

I
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.

XV
Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.

XVII
En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.

XXXVI
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.

XL
Los ojos por que suspiras,
sábelo bien,
los ojos en que te miras
son ojos porque te ven.

XLIII
Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás.

XLVI
Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía:
también la verdad se inventa.

L
Con el tú de mi canción
no te aludo, compañero;
ese tú soy yo.

LII
Hora de mi corazón:
la hora de una esperanza
y una desesperación.

LIII
Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.

LXVI
Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón.

LXXXV
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.

ANTONIO MACHADO, Nuevas canciones y De un cancionero apócrifo. Edición, introducción y notas de José Mª Valverde. Madrid, Editorial Castalia, 1971.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

2 comentarios:

Juan Poz dijo...

Esos proverbios pertenecen por derecho propio a la Historia de la literatura aforística española, pero ¿incluirías en esa Historia también el Juan de Mairena? Ya sé que parece apropiado distinguir entre fragmento y aforismo, pero entre los del maestro Licthenberg los hay tan extensos como algunos del Juan de Mairena, y nadie le discute al alemán que escribier aforismos.

Luis Valdesueiro dijo...

Es cierto lo que dices respecto a Lichtenberg: a muchos de sus textos cabría catalogarlos como apuntes, notas, reflexiones, etc., igual que sucede con Juan de Mairena. Hay algunos, incluso (recuerdo el relativo a Martin Guerre, que recogí en "Citaciones") que son el "argumento" de una película. Creo que hay mucho caos, al que contribuye además el hecho de que muchos autores se empeñen en buscar un nombre particular a lo suyo. Creo que muchas veces se utiliza el término aforismo con una intención genérica, más que definitoria. Y tal vez ello sea inevitable.

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