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17.12.09

Casualidades

Haberlas, haylas. Y no son meigas, que son casualidades, coincidencias fortuitas que parecen esconder (o eso creemos) un sentido oculto. Voy al caso. El pasado lunes colgué en el blog (me pregunto si este verbo patibulario es el apropiado) una selección de los Dichos de san Juan de la Cruz. Un día después descubrí, ¡oh, casualidad!, que el lunes había sido el aniversario de la muerte del santo. Hacía tiempo que tenía preparados esos textos, igual que otros. ¿Por qué los colgué ese día? Pura casualidad. Pero quien estuviera al tanto del aniversario, pudiera pensar que se trataba de una elección. Una simple casualidad, pues, y un buen tema de reflexión, si elevamos la anécdota a categoría criminal: qué difícil es demostrar la inocencia, cuando nadie te cree y los hechos (o su interpretación) hablan en tu contra. Recientemente se ha dado algún caso de ese tenor. Y ante tal situación, un inocente siempre queda inerme. El culpable está mejor pertrechado: puede mentir, reírse, engañar, incluso ciscarse en la sociedad... El inocente sólo cuenta con la verdad, y una verdad que no es creída, de poco sirve: prisionero de ella, incluso el inocente puede acabar lleno de dudas. El culpable puede negar la realidad; el inocente, no, y ése es su sino. Porque a veces es más fácil a los culpables zafarse de la justicia que a los inocentes. Cosas de la vida y, a veces, de las casualidades.

4 comentarios:

Marta Domínguez Senra dijo...

Ucronía, le llaman a lo tuyo con Juan de Yepes. Ya me di cuenta.
Últimamente se han presentado varios casos de culpabilidades falsas. Por no hablar de las acusaciones falsas, que pasaron al derecho romano como psicofanías o "delaciones profesionales", porque se hacían al objeto de quedarse con las fortunas de los encausados. Me alegro un montón de que un juez haya evidenciado la gran cantidad de denuncias falsas que hay de maltrato de género. Es que NO HAY DERECHO, oiga.

Bonita parábola, Luis.

Joselu dijo...

Tiendo a pensar que no hay nada de casual en la casualidad. Siempre que me he topado con ella he presentido un sentido oculto, como si aquello fuera necesario por alguna razón que desconozco. El mundo -pensaban los simbolistas y con ellos toda una tradición cabalística- es un conjunto de correspondencias secretas, armonías, resonancias... La poesía ayuda a evocarlas. En cuanto a a lógica criminal que propones, nada hay más cierto aunque en la novela negra (a la que soy tan aficionado)el culpable (por lógica poética) siempre es descubierto. O casi siempre.

francisco m. ortega dijo...

Más no somos todos inocentes mientras no se demuestre lo contrario.

Luis Valdesueiro dijo...

Muchas gracias, Aaoiue, por tu aportación. Está claro que hay pocas cosas nuevas bajo el sol (al menos en el ámbito del derecho). Ah, disculpa, entiendo que quisiste decir "sincronía". ¡Pertinaces lapsus: el que esté libre de pecado...! Jung, y sus acólitos, hablan también de "sincronicidad", pero se trata de algo esotérico, y que se me escapa. Un saludo y ¡vivan las jitanjáforas! Muy buena entrada, que me ha empujado a releer el pionero artículo de Alfonso Reyes.

El problema, Joselu, y lo señalas bien, es que a veces vemos casualidades donde deberíamos ver causalidades. Pero eso, la madeja de las causas, es muy difícil de desenredar.

Rizando el rizo, Francisco, podría decirse que la inocencia es, a veces, culpable, ¿no? Pero ahí entramos ya en las penumbras de la historia.

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