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14.1.10

*Romance del prisionero: Versiones (y un comentario de Azorín)

 

Comentario de Azorín
Es por el mes de mayo. La tierra respira vitalidad y sensualidad. Ya los árboles están cubiertos de follaje nuevo. La luz tiene una viveza que antes no tenía; las sombras -la del alero de un tejado, la de un viejo muro-adquieren imperceptibles colores: sombras rojas, sombras violetas, sombras azules. Canta el agua como antes no cantaba, y sentimos un irreprimible deseo de ahondar nuestras manos en las fuentes claras, límpidas y frescas. Los insectos zumban; pasan rápidos en el aire los panzudos y torpes celonios que van a sepultarse en el seno de las rosas...
Un prisionero está en su cárcel. No puede él gozar de la Naturaleza que despierta exuberantemente. Su encarcelamiento es rigurosísimo, cruel, bárbaro. Obscuro completamente en su calabozo; no entra en él la luz del día. Ni sé cuándo es de día, ni cuándo las noches son, dice lamentándose el prisionero. Es decir, sí lo sabe; mejor dicho, lo adivina. Llega hasta el calabozo el canto de una avecilla; cuando esta avecilla canta, el prisionero sabe que ya en el mundo es de día y que los seres, las plantas, las cosas -¡todos menos él!- gozan de la luz del sol. Esta avecica (como la arañita de otro célebre prisionero)  era su único consuelo. ¡Cómo llegaban hasta su alma angustiada los trinos de este pajarito libre y feliz!
Y ya el prisionero no oye esta avecica: Matómela un ballestero. ¡Déle Dios mal galardón!
JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN, Al margen de los clásicos. Introducción
de Santiago Riopérez y Milá. Madrid, Biblioteca Nueva, 2005.



[I]
Que por mayo era, por mayo,  cuando los grandes calores,
cuando los enamorados 
van servir a sus amores,
sino yo, triste mezquino, 
que yago en estas prisiones,
que ni sé cuándo es de día, 
ni menos cuándo es de noche
sino por una avecilla 
que me cantaba al albor:
matómela un ballestero; 
¡déle Dios mal galardón!
MANUEL ALVAR, El romancero viejo y tradicional. Editorial Porrúa, México, 1971.


[II]
Por el mes era de mayo,  - cuando hace la calor,
cuando canta la calandria - y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados - van a servir al amor,
sino yo, triste, cuitado, - que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día, - ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla - que me cantaba al albor:
matómela un ballestero, - ¡déle Dios mal galardón!
EL ROMANCERO VIEJO. Edición de Mercedes Díaz Roig. Madrid, Cátedra, 21ª ed., 2003. [En "El comentario de texto", Felipe B. Pedraza Jiménez, Milagros Rodríguez Cáceres y Manuel Castillo Molina utilizan este romance como modelo de comentario de textos.]


[Versión leonesa]
Mes de mayo, mes de mayo, tiempo de la gran calor
cuando los bueis están gordos y el caballo corredor,
cuando el pan andaba en cierna y el vino en la verde flor;
las mozos andan en gala, las mocitas en jibón,
y la triste de mí, cuitada, solita en esta prisión;
no veo cuando amanece ni cuando rayaba el sol,
sólo por tres pajarcillos, que cantan en el árbol:
una era la calandra y otro era el reiseñor
y otra era tortolina, solita anda sin amor,
no se posa en prado verde ni en árbol que tenga flor,
que se posa en las aradas y a la sombra de un terrón.
Pasó por ahí un cazador, de un tiro me la mató;
y si era por la carne, no pesaba un cuarterón;
y  si era por la pluma, de oro se la daba yo;
y si era por envidia, no se lo perdone Dios;
y si era por venganza, no se lo perdone, no.
ROMANCERO GENERAL DE LEÓN. Antología (1899-1989). Edición de Diego Catalán y Mariano de la Campa, con la colaboración de Débora Catalán, Paloma Esteban, Ángeles Ferrer y Maite Manzanera. 2 vols. Madrid, Seminario Menéndez Pidal/Diputación Provincial de León, 1991. [Citado en: Gonzalo Santonja, A la lumbre del día. (Notas y reflexiones sobre la lengua y la literatura de los sefardíes.) Ávila, Excmo. Ayuntamiento de Ávila, 2000.]


[Versión de Segovia]
Mes de mayo, mes de mayo, el de las regias calores,
cuando las cebadas granan y los trigos echan flores,
cuando los enamorados se enraman en sus amores;
unos con naranjas verdes y otros con agrios limones,
otros con palabras dulces que alegran los corazones.
Y yo que estoy aquí sola, metida en estas prisiones,
sin saber cuándo es de día, sin saber cuándo es de noche,
no más por los pajarillos que cantan en los árboles;
una es la pinta parda y el otro es el ruiseñor
y el otro es la tortolilla, de las aves la mejor.
ROMANCERO GENERAL DE SEGOVIA. Edición de Raquel Calvo, con la supervisión de Diego Catalán. Segovia, Seminario Menéndez Pidal/Diputación Provincial de Segovia, 1994. [Citado en: Gonzalo Santonja, Ibídem.]


[Versión sefardí]
De día, era de día, de día y no de noche,
cuando los belos mancebos servían a sus amores;
quien los vence con naranja, quien los vence con limones,
quien los vence con manzanas, qu'es el fruto de los mores.
Triste lo digo, el mezquino, que cayí en estas prisiones;
ni sé cuando es de día ni menos cuando es de noche.
Tenía tres avesicas, me cantaban rojioles,
la una era de prima, la otra de medianoche,
la más chiquitica d'ellas me cantaba al albores.
Agora, por mis pecados, no sé quién me las llevó.
Si me las llevó el buen reyes tiene mil pares de razón,
si me las llevó la reina, el Dios que sea pagador,
si me las mató el carcelero, él que tenga gualadrón. 
MANUEL ALVAR, Poesía tradicional de los judíos españoles. México, Porrúa, 1986. [Citado en: Gonzalo Santonja, Ibídem.]

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

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