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28.2.10

A modo de explicación [Aforismos de Ángel Crespo]

Ayer el ordenador me jugó una mala pasada: se convirtió en antólogo de mi selección de aforismos de Ángel Crespo. Se me escapan las razones, pero esta mañana me percaté de que algunos de los aforismos publicados daban la impresión de haberse vuelto locos: surgían mayúsculas donde no las había, el orden de las palabras en la frase estaba alterado, aparecían palabras fantasmas ... (Algunos lectores quizá llegaron a comprobarlo.)
Por más que corregí los aforismos díscolos, no hubo manera de enmendar los errores: si volvía a escribir luz, aparecia Luz; borraba palabras y volvían tozudamente a aparecer... Como ignorante que soy en esta materia, me queda la duda de si se trata de un problema o un misterio. Esperemos que solo sea un problema; los misterios obnubilan la conciencia. ¿O será un virus?
 Dadas las adversas circunstancia, y aunque mi intención es restituir aquí los aforismos que me vi obligado a quitar de la entrada de ayer, lo cierto es que el problema todavía persiste, por lo que, tras varios intentos infructuosos, renuncio a ello. No obstante, aprovecho la ocasión para pedir disculpas a quienes hayan podido llegar a la conclusión de que Ángel Crespo "escribe raro". No es verdad. 

27.2.10

*Ángel Crespo: Aforismos

ÁNGEL CRESPO Y EL AFORISMO

Para Ángel Crespo, un aforismo era, sin duda, una sentencia breve y doctrinal que se nos propone como máxima, pero nunca ésta hubiera podido ser sinónimo de aquél porque estoy segura de que la sugerencia fosfórica de la forma griega fue determinante al elegirla para referirse a este género suyo de máximas contradictorias que le gustaba cultivar, de reflexiones breves y heterodoxas que persiguen iluminar -como un cohete o la luz, igualmente fugaz, de una cerilla- la comprensión insólita de la experiencia y descubrir la cara oculta del lugar común.

PILAR GÓMEZ BEDATE. (Del prólogo a la edición citada más abajo.)

AFORISMOS

La poesía es como una aguja en un pajar. Cuando el poeta, por fin, la encuentra, la esconde otra vez entre la paja. 

*

Algunos poetas parecen ignorar a la décima musa: la que aconseja no escribir.

*

Para ser capaz de decir algo hay que renunciar a decirlo todo.

*

La poesía no es la palabra en el tiempo, sino el tiempo en la palabra. 

*

No se escribe para el presente ni para el futuro, sino para sacar del pozo a las palabras que caen en él los sábados. 

*

La poesía es tan corta que no deja tiempo para la prisa; tan larga, que sobra tiempo para la calma. 

*

El más trabajador de los críticos literarios es el olvido.

*

La frontera del solitario no es su propia piel, sino el universo de sus intuiciones.

*

La poesía no explica, pero justifica.

*

La traducción es como un espejo; si es imposible que refleje el lirio original, muestre, por lo menos, una rosa perfecta. Siempre se reputará por milagro. 

*

Lo callado amplifica lo dicho.

*

La poesía está hecha de lo que se dice, pero también de lo que se calla. Por eso, quien lo dice todo no es poeta. Quien lo calla todo, tampoco, pero resulta menos molesto. 

*

Odio deprisa para quemar el odio; amo despacio para conservar el amor. 

*

Poesía: compañía en la soledad; música: soledad en la compañía. 

*

A cada poeta se lo lee en su obra y en la de los demás-Por eso, leer a un solo poeta con olvido de los otros es no leerlo. 

*

El miedo es tan inevitable que asusta no tenerlo. 

*

En un buen poema hay mucha más cera de la que arde. 

*

En el país de los tuertos, el ciego es rey.

*

Un poema verdadero nunca es oscuridad, sino la otra cara de la luz.

*

La razón se somete a la realidad; la imaginación la subyuga.

*

Quien no descubre el mundo todos los días no lo ha visto nunca.

________________________

ÁNGEL CRESPO (Ciudad Real, 1926-Barcelona, 1995), Aforismos. Huerga & Fierro Editores, Madrid, 1997.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

20.2.10

*Juan José Arreola: "Prosa poética y poesía prosaica"

Receta casera
Haga correr dos rumores. El de que está perdiendo la vista y el de que tiene un espejo mágico en su casa. Las mujeres caerán como las moscas en la miel.
     Espérelas detrás de la puerta y dígale a cada una que ella es la niña de sus ojos, cuidado de que no lo oigan las demás, hasta que les llegue su turno.
     El espejo mágico puede improvisarse fácilmente, profundizando en la tina de baño. Como todas son unas narcisas, se inclinarán irresistiblemente hacia el abismo doméstico.
     Usted puede entonces ahogarlas a placer o salpimentarlas al gusto.
Palindroma   


La disyuntiva                
                                         Homenaje a Sören Kierkegaard

El error está en decidirse. No le diga usted ni sí ni no. Empuñe resueltamente los dos extremos del dilema como las varas de una carretilla y empuje sin más con ella hacia el abismo. Cuidado, claro, de no irse otra vez como la soga tras el caldero.
     No la oiga gritar. Recobre inmediatamente el equilibrio entre temor y temblor. Recuerde que la cuerda es floja y que usted irá por la vida ya para siempre en monociclo.
     La rueda de este vehículo intelectual puede ser una pieza de queso parmesano o la imagen de la luna sobre el agua, según temperamento. Palindroma     
    

La trampa
                              Hay un pájaro que vuela en busca de su jaula.
                                                                                                   
F. Kafka
Cada vez que una mujer se acerca turbada y definitiva, mi cuerpo se estremece de gozo y mi alma se magnífica de horror.
     Las veo abrirse y cerrarse. Rosas inermes o flores carniceras, en sus pétalos funcionan goznes de captura: párpados tiernos, suavemente aceitados de narcótico. (En torno a ellas, zumba el enjambre de jóvenes moscardones pedantes.)    
     Y caigo en almas de papel insecticida, como en charcos de jarabe. (Experto en tales accidentes, despego una por una mis patas de libélula. Pero la última vez, quedé con el espinazo roto.) Y aquí voy volando solo.
     Sibilas mentirosas, ellas quedan como arañas enredadas en su tela. Y yo sigo otra vez volando solo, fatalmente, en busca de nuevos oráculos.
     ¡Oh Maldita, acoge para siempre el grito del espíritu fugaz, en el pozo de tu carne silenciosa!
Bestiario ["Cantos de mal dolor"]     

La lengua de Cervantes
Tal vez la pinté demasiado Fran Angélico. Tal vez me excedí en el color local de paraíso. Tal vez sin querer le di la pista entre el catálogo de sus virtudes, mientras vaciábamos los tarros de cerveza con pausas de jamón y chorizo. El caso es que mi amigo halló bruscamente la clave, la expresión castiza, dura y roma como un puñal manoseado por generaciones de tahúres y rufianes, y me clavó sin más ¡puta! en el corazón sentimental; escamoteando la palabrota en un rojo revuelo de muleta: la gran carcajada española que hizo estallar su cinturón de cuero ante el empuje monumental de una barriga de Sancho que yo no había advertido jamás. Bestiario ["Cantos de mal dolor"]     

Dama de pensamientos
Esa te conviene, la dama de pensamientos. No hace falta consentimiento ni cortejo alguno. Sólo, de vez en cuando, una atenta y encendida contemplación.
     Toma una masa homogénea y deslumbrante, una mujer cualquiera (de preferencia joven y bella), y alójala en tu cabeza. No la oigas hablar. En todo caso, traduce los rumores de su boca en un lenguaje cabalístico donde la sandez y el despropósito se ajusten a la melodía de las esferas.
     Si en las horas más agudas de tu recreación, solitaria te parece imprescindible la colaboración de su persona, no te des por vencido. Su recuerdo imperioso te conducirá amablemente de la mano a uno de esos rincones infantiles en que te aguarda, sonriendo malicioso, su fantasma condescendiente y trémulo.
Bestiario ["Cantos de mal dolor"]  

Cláusulas
I
Las mujeres toman siempre la forma del sueño que las contiene.


V
Toda belleza es formal.
Bestiario ["Cantos de mal dolor"]   
 
__________


JUAN JOSÉ ARREOLA (Zapotlán el Grande -hoy Ciudad Guzmán-, Jalisco, 1918-Guadalajara, Jalisco, 2001),  Confabulario personal. Prólogo del autor. Bruguera, Barcelona, 1979.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

15.2.10

*Julio Torri: Prosas, aforismos...

Circe
¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas.
     ¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí.
Ensayos y poemas, 1917.     


El mal actor de sus emociones
Y llegó a la montaña donde moraba el anciano. Sus pies estaban ensangrentados de los guijarros del camino, y empañado el fulgor de sus ojos por el desaliento y el cansancio.
     -Señor, siete años ha que vine a pedirte consejo. Los varones de los más remotos países alababan tu santidad y tu sabiduría. Lleno de fe escuché tus palabras: "Oye tu propio corazón, y el amor que tengas a tus hermanos no lo celes." Y desde entonces no encubría mis pasiones a los hombres. Mi corazón fue para ellos como guija en agua clara. Mas la gracia de Dios no descendió sobre mí. Las muestras de amor que hice a mis hermanos las tuvieron por fingimiento. Y he aquí que la soledad obscureció mi camino. 
     El ermitaño le besó tres veces en la frente; una leve sonrisa alumbró su semblante, y dijo:
     -Encubre a tus hermanos el amor que les tengas y disimula tus pasiones ante los hombres, porque eres, hijo mí, un mal actor de tus emociones.
Ensayos y poemas, 1917.     


Del epígrafe
El epígrafe se refiere pocas veces de manera clara y directa al texto que exorna; se justifica, pues, por la necesidad de expresar relaciones sutiles de las cosas. Es una liberación espiritual dentro de la fealdad y pobreza de las formas literarias oficiales, y deriva siempre de un impulso casi musical del alma. Tiene aire de familia con las alusiones más remotas, y su naturaleza es más tenue que la luz de las estrellas.
     A veces no es signo de relaciones, ni siquiera lejanas y quebradizas, sino mera obra del capricho, relampagueo dionisíaco, misteriosa comunicación inmediata con la realidad.
     El epígrafe es como una lejana nota consonante de nuestra emoción. Algo vibra, como la cuerda de un clavicordio a nuestra voz, en el tiempo pasado.
Ensayos y poemas, 1917.     


De una benéfica institución
Me agradan sobremanera los embustes y admiro la rara perfección que en este arte han alcanzado los norteamericanos.
     Y cuando topo con eruditos ignorados, con poetas sin leyenda y sin empresario, lamento de corazón que no se sepa aquí de la empresa comercial de Nueva York que por poco dinero suministra aventuras a hombres indolentes o cobardes.
     ¡Cuántas veces por falta de oportunas disputas conyugales, de una miserable tentativa de suicidio, o de viajes extraordinarios por el Mar Rojo, perdemos nuestros mejores derechos a la gloria, y la flamante colección de nuestras obras completas padece injustamente los rigores del tiempo en una doncellez inútil, como nuestras tías abuelas!
Ensayos y poemas, 1917.     


De funerales
Hoy asistí al entierro de un amigo mío. Me divertí poco, pues el panegirista estuvo muy torpe. Hasta parecía emocionado. Es inquietante el rumbo que lleva la oratoria fúnebre. En nuestros días se adereza un panegírico con lugares comunes sobre la muerte y ¡cosa increíble y absurda! con alabanzas para el difunto. El orador es casi siempre el mejor amigo del muerto, es decir, un sujeto compungido y tembloroso que nos mueve a risa con sus expresiones sinceras y sus afectos incomprensible. Lo menos importante en un funeral es el pobre hombre que va en el ataúd. Y mientras las gentes no acepten estas ideas, continuaremos yendo a los entierros con tan pocas probabilidades de divertirnos como a un teatro.   Ensayos y poemas, 1917.     

Mujeres
Siempre me descubro reverente al paso de las mujeres elefantas, maternales, castísimas, perfectas.
     Sé del sortilegio de las mujeres reptiles -los labios fríos, los ojos zarcos- que nos miran sin curiosidad ni comprensión desde otra especie zoológica.
     Convulso, no recuerdo si de espanto o atracción, he conocido un raro ejemplar de mujeres tarántulas. Por misteriosa adivinación de su verdadera naturaleza vestía siempre de terciopelo negro. Tenía las pestañas largas y pesadas, y sus ojillos de bestezuela cándida me miraban con simpatía casi humana.
     Las mujeres asnas son la perdición de los hombres superiores. Y los cenobitas secretamente piden que el diablo no revista tan terrible apariencia en la hora mortecina de las tentaciones.
     Y tú, a quien las acompasadas dichas del matrimonio han metamorfoseado en lucia vaca que rumia deberes y faenas, y que miras con tus grandes ojos el amanerado paisaje donde paces, cesa de mugir amenazadora al incauto que se acerca a tu vida, no como el tábano de la fábula antigua, sino llevado por veleidades de naturalista curioso.
De fusilamientos, 1940.     


De "Meditaciones críticas"
Los diálogos socráticos lo demuestran con certeza. El que sabe hacer algo nunca acierta a explicar la finalidad última de sus actividades. El que fracasa discierne en cambio perspicazmente los principios del arte.


Tan pronto como un escritor nos descubre la mecánica de su pensamiento, sus hábitos mentales, sus reacciones acostumbradas y el cielo bajo de sus ideas preferidas se nos cae de las manos y de la gracia. Guárdate de descubrir tus rutinas y tus procedimientos y haz creer que tu cerebro no repite jamás sus operaciones y que la tapa de tus sesos es el espacio infinito. 


Tras sus libros y papeles se hallaba el autor célebre mascullando blasfemias  contra la turba de sus discípulos que con sus fáciles imitaciones habían arruinado completamente sus poesías y su fama.


Ley de salud mental: no sufras por cosas imaginarias.


No pierdas de vista tus ideas fijas. Mantente alerta porque son la puerta que da a la locura.
Prosas dispersas, 1964.     
__________

JULIO TORRI (Saltillo, Coahuila 1889-México, 1970),  De fusilamientos [Incluye los siguientes libros: Ensayos y poemas (1917), De fusilamientos (1940), Prosas dispersas (reunidos en 1964 por el Fondo de Cultura Económica bajo el título Tres libros) y una selección de textos inéditos: El ladrón de ataúdes.] Prólogo de Gabriel Zaid. Ave del Paraíso, Madrid, 1996.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

14.2.10

¡VIVA LA INTROYECCIÓN!

"Lo que nos hace falta, españoles, es la introyección, el más preciado, el más fecundo, el más santo de los derechos humanos. ¿Cómo podemos vivir sin él? Sin la libertad de introyección, todas las demás libertades no[s] resultarán baldías y hasta dañosas. Dañosas, sí, porque hay libertades que, faltando otras que las complementen, antes perjudican que benefician al hombre. ¿De qué nos sirven, en efecto, la libertad de asociación, la de imprenta, la de cultos, la de trabajo, la de vagancia y tantas otras libertades de que dicen gozamos, si la libertad de introyección nos falta? Sin esta imprescindible prerrogativa, el sufragio universal y el Jurado se convierten en armas de la vergonzante tiranía que nos domina. Y no me digan, no, que tenemos la libertad de introspección, porque la introspección no es la introyección, como la autonomía no es la autarquía. Pongámonos, ante todo, de acuerdo en las palabras; llamemos a cada cosa por su nombre: al pan, pan, y al vino, vino; arquitrabe, al arquitrabe, introyección a la introyección y tiranía a este abigarrado conjunto de hueras e incompletas libertades en que se nos ahoga. La palabra, ¡oh, la palabra, señores, la palabra!..."
Miguel de Unamuno, "¡Viva la introyección!"


Así comienza este cuento jugoso (y unamuniano también), recogido en El espejo de la muerte (1913). Es un cuento curioso y sorprendente: futurista, por la época en que se escribió; y retrospectivo, dada el momento en que escribe el narrador (a finales del "tristísimo" siglo XXI). Para nosotros, lectores de ahora, ya dejó de ser  futurista, puesto que se refiere a los sucesos acaecidos en la década de los ochenta (desde el discurso de Lucas Gómez, en 1981, en pro de la introyección, hasta el triunfo de la revolución introyeccionista de 1989, que permitó a Lucas Gómez empuñar las riendas del Estado).

Ah, hablando de Unamuno. En las memorias contadas de Pepín Bello, acabo de encontrar este retrato (tan cruel, sin duda, como verdadero) de don Miguel:
Tenía un defecto capital, y es que no escuchaba a nadie. Él hablaba mucho, pero escuchar, no escuchaba a nadie. No es que no me escuchase a mí, que no soy nadie, es que no escuchaba a nadie. Tenía ese enorme defecto que es que no escuchaba. El mismísimo Pío Baroja explicaba que cuando conoció a Unamuno en la tertulia del Café Fornos, don Miguel no desaprovechó la ocasión para sacar del bolsillo algunos escritos y comenzar a leérselo sin ningún pudor. ¡Era así el hombre! A Unamuno, Buñuel, que no lo aguantaba, le llamaba 'el viejo pedorro'.
(David Castilo y Marc Sardá, Conversaciones con José "Pepín" Bello. Anagrama, 2007.)
Está visto que nadie es perfecto. Y Unamuno, en este sentido, acaso menos que ninguno. Ni escuchaba a nadie, ni acaso se escuchara a sí mismo. Tenía tantas cosas que decir... Tantas cosas en perpetua lucha... Y como no le temía a las contradicciones (Unamuno no confundía la vida con la lógica), su vida era un continuo bullir de ideas, ese "pan intelectual" del que solía hablar, una endiablada maraña de ideas, una colosal locura de ideas. Avasalladoras ideas, vampíricas ideas, inmarcesibles ideas que necesitan ser propaladas sin descanso. Unamuno, o el predicador infatigable. 
A los poetas del 27, hijuelos de una dictadura (o dictablanda) que a él no le perdonó el exilio, parece que Unamuno no les hacía mucha gracia. El que más cerca estuvo de él, aunque todavía  no era poeta, fue  Bergamín, lo que no debe sorprendernos:
Bergamín ha sido en su vida tan unamuniano y paradójico, o más acaso, que el mismísimo Unamuno. 

5.2.10

*Ricardo Paseyro: Poemas




Hace un año, moría en París Ricardo Paseyro. Uruguayo de nacimiento y francés de adopción. Pese a ser bilingüe, escribió toda su obra poética -más de cincuenta años de entrega a la poesía- en español. Una obra que, a no dudarlo, es menos conocida de los que debiera. Para contribuir a ese conocimiento, y como homenaje a su memoria, sirvan estos poemas espigados de su obra.

Arte poética


Del vértigo del agua
de pronto salta una gaviota blanca.
(En la alta mar del aire y mortal amor de la batalla, 1965)


El león de Delos

Zumba el sol como un tábano. La tierra
abre sus grietas para que el infierno
reciba fuego. Entre las guijas secas
son ruinas calcinadas las raíces.
Solo señor despierto, solo dueño
de la avenida que a la mar conduce
alguien, vivo en el mármol, nos vigila.
Es el león, devorador del tiempo.

(El alma dividida, 1981)


Cima da Conegliano
(Duello sulla riva del mare)

Tiene patas de cabra el indolente
pastor cuya zampoña
encanta el duelo: a orillas de la tierra
combaten sigilosos dos guerreros
quién sin la espada, quién sin el escudo.
La calma les envuelve: en el ribazo,
en las lenguas de mar, en la montaña,
en las ligeras hojas de los árboles
se ha descalzado el tiempo, contemplándolos.
¿Cuál es la prenda puesta en la batalla?
¿La señora lejana? ¿El paraíso?
La extraña nave espera al vencedor.

(El alma dividida, 1981)


El joven caballero (Óleo de Carpaccio, 1510)
Museo Thyssen-Bornemisza
























Las nubes se arrebolan, tras las ramas
del árbol cuyas hojas son los pájaros.
Las rapaces persiguen las palomas.
Espada en mano, inmóvil en la senda
vigila y sueña el joven caballero.
Su dama pasa, el enemigo acecha.
Entre los dos castillos, la muralla
sigue la cuesta y guarda el caserío.
Es la muerte quien cierra ese camino.

(Ajedrez, 1997)


Ananké


No conozco las cartas ni el oriente,
ni las puertas del mar, ni los cobijos
donde los trashumantes se guarecen.
Y no me descamino: en cada sitio
está mi traza inscrita antes que llegue.
Como si cuanto emprendo y cuanto vivo
no pudiera salvarme ni perderme.

(Ajedrez, 1997)


El viaje                

Para Pierre Darier

¡Todas las noches solo con el mar!
¡Todas las noches solo con el cielo!
Me voy conmigo mismo: empieza el viaje.
Rodando en torno de la Tierra entera
el mar cierra la puerta de las horas:
contaré las estrellas, no los días,
reñiré con la furia de los vientos
y hasta mis huesos entrará la lluvia;
reposaré mi cuerpo en las bonanzas
y el sol ardiente secará mis lágrimas
cuando me dañe la melancolía.


4/VII/97 (A bordo del Speybank)

(El mar, 1998)

RICARDO PASEYRO (1925-2009), Poesías completas. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000. (La Editorial Verbum ha publicado Para enfrentar al ángel (1993) y Ajedrez (1997) y Poesía, Por Ejemplo publicó, en 1998, El mar.)


Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)