A tiempos sombríos les cuadra bien este soneto de Bergamín. Soneto que aplica tales recortes al dispendio silábico del endecasílabo que acaba –austeridad obliga– en el muy castizo octosílabo.
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A tiempos sombríos les cuadra bien este soneto de Bergamín. Soneto que aplica tales recortes al dispendio silábico del endecasílabo que acaba –austeridad obliga– en el muy castizo octosílabo.
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Entiendo que haya a quien pueda poner nervioso esta deriva barroca bergaminiana, pero leído desde el insobornable amor a la creacion lingüística, ¡qué intenso placer! Joyce, en castellano, no pasa de ser un epígono erótico de Quevedo o del propio Bergamín, ¡y no digamos del culterano gongorilla o del lacónico Gracián! Es de mal traducir nuestra lengua a las otras, al decir de los profesionales de la ingrata tarea de trujamán, y es perfectamente explicable, leyendo este esqueleto de soneto. Hay juego en ello, pero del juego nació la sociedad, al cabo, y el juego preside toda nuestra vida tan huidiza como huizinga...
ResponderEliminarAsí, con minúscula y adjetivado, asocio ese "huizinga" con "lúdico" y "otoñal" (o autumnal, que dirían los viejos modernistas).
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