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Mostrando entradas con la etiqueta Menéndez (Fernando). Mostrar todas las entradas
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14.12.13

*Salpicaduras*, de Fernando Menéndez

Ediciones Trea inaugura su colección “Aforismo” con un libro de Fernando Menéndez: Salpicaduras. Se compone de doscientos setenta y cuatro aforismos (versos, según los denomina Silverio Sánchez Corredera en el prólogo). Autor de varios libros de poesía y de aforismos, Menéndez ha caligrafiado numerosos manuscritos, objeto de varias exposiciones.

En los últimos años, Menéndez ha publicado dos libros de aforismos: Hilos sueltos (Difácil, 2008) y Tira líneas (Difácil, 2010). Aforismos suyos figuran asimismo en la reciente antología de José Ramón González, Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos (Trea, 2013).

Salpicaduras está dividido en tres partes: “Tachaduras”, “Teselas” y “Llamaradas”. Así las describe el prologuista:

Tachaduras... se encara con el poder injusto, la sucia política o el Estado opresor.

Teselas... habla desde el desengaño escéptico, los abismos existenciales y la vida absurda.; también, desde los gozos, el imperativo de vivir y la autoafirmación del ímpetu que mueve la humana naturaleza.

Llamaradas... busca la patencia de la verdad, la visión universal, la evidencia común a la que se consigue poner nombre.


[El prólogo, y dos páginas de aforismos, se pueden leer en la web de Ediciones Trea.]

Fruto de una lectura fugaz, copio a continuación unos cuantos aforismos. (Según la posología al uso, los aforismos deben degustarse en pequeñas dosis. Y así debe ser. Pero yo necesito una lectura voraz, omnicomprensiva, antes de poder demorarme en cada aforismo. Qué le vamos a hacer, si somos hijos —o hijastros, tal vez— de nuestras neurosis...).

Aforismos

La mentira es exuberante en matices.

Nada más libre que la muerte.

Vivimos en la obligación de la rapidez.
         
[De “Tachaduras”]

La realidad te hace añicos o te vuelve cínico.

Estamos abandonados al dolor de la espera.

Escribir lo necesario y sentir lo inalcanzable.
         
[De “Teselas”]

Quien gira sobre sí mismo, marea su ilusión.

La memoria es un vasto mar de olvidos.

La vida no tiene sentido sino remordimientos.
         
[De “Llamaradas”]


Fernando Menéndez, Salpicaduras

27.9.12

“Posos” (Aforismos caligrafiados)

Fernando Menéndez escribe aforismos. Hace meses recogí una muestra de su libro Hilos sueltos; no conocía yo entonces su última entrega: Tira líneas (Editorial Difácil, 2010). Pero Fernando Menéndez no solo escribe aforismos, también los caligrafía: su ultima trabajo, Posos (edición limitada de 25 originales), recoge aforismos de una veintena de autores, italianos y españoles*; un aforismo por autor. 

 

En cada página va caligrafiado un aforismo, y dibujada la letra capitular correspondiente.
 



Fabrizio Caramagna, en su blog Aforisticamente (un blog que verdaderamente da la vuelta al mundo del aforismo: en él están representados aforistas de muchos países y lenguas) se refiere así a Fernando Menéndez: “un artesano que crea con las manos libros irrepetibles como si se tratase de un delicado trabajo de orfebrería”. No puedo estar más de acuerdo.
* Mauro Parrini, Carlo Ferrario, Luis Valdesueiro, Rinaldo Caddeo, Maria Luisa Spaziani, Alberto Casiraghy, Donato Di Foce, Juan Varo, Antonio Castronuovo, Silvana Baroni, Marco Ercolani, Sandro Montalto, Fernando Menéndez, Fabrizio Caramagna, Dino Basili, Stefano Lanuzza Lorenzo Morandotti, Jordi Doce, Roberto Morpurgo y Erika Martínez.
 

28.1.12

Aforismos de Fernando Menéndez (Con unas palabras de José Ramón González)

En 2008, la editorial vallisoletana Difácil publicó el libro de aforismos de Fernando Menénez, Hilos sueltos, precedido de unas enjundiosas
“Notas sobre el aforismo”, de José Ramón González.

A continuación transcribo unos párrafos del prólogo y espigo una veintena de 
aforismos del libro.


De “Notas sobre el aforismo”

Situado en un territorio fronterizo entre la literatura y la filosofía, entre la prosa de pensamiento y la poesía, y en el que vienen a confluir, además, las fórmulas sentenciosas de tradición oral y las escritas, el aforismo moderno parece resistirse tercamente a cualquier intento de caracterización. «No hay nada menos definible que el aforismo», escribió Eco en un trabajo sobre la obra de Oscar Wilde.

[...]

Basta repasar la extensión del término para comprobar que aforismo se emplea por lo general de una manera imprecisa y borrosa. A veces se aplica a fórmulas lingüísticas muy breves, que no van más allá de una frase sencilla y escueta, y otras veces se utiliza para referirse a un discurso fragmentario, pero mucho más elaborado y complejo, que no renuncia por completo a la argumentación y que puede llegar a ocupar varios párrafos de mediana extensión (y Nietzsche y Cioran son siempre convocados a este respecto como ejemplos representativos). Pero es que además, y esto parece mucho más grave cuando se aspira a definir con rigor, el aforismo tiende a fundirse con fórmulas próximas sin que pueda distinguirse una solución de continuidad clara.

[...]

La escritura aforística moderna adopta una forma fragmentaría —como sucesión de piezas independientes— pero no aspira a la totalidad, ni la implica. [...] Es una escritura atomizada y fluctuante, un dispositivo abierto, que huyendo de la exhaustividad y el sistema, nos sitúa en el instante y nos instala en la provisionalidad permanente. Incluso cuando enuncia verdades que aspiran a permanecer, lo hace como testimonio del instante en el que se hacen presentes a la conciencia enunciadora. En este sentido, el uso del tiempo presente nos enfrenta a la pura actualización (aunque semeje un presente de eternidad). Y es desde esa perspectiva limitada desde donde nos obliga a mirar la realidad. Lo inacabado, o mejor aún, lo inacabable se convierte en norma. Podríamos hablar entonces del aforismo como expresión de un pensamiento nómada o trashumante, o de un pensamiento fluido, líquido, no acumulativo. Es el pensamiento que se esfuerza en pensar su propio proceso. Si el pensador tradicional acota un territorio, impone sus normas, traza mapas, edifica y distribuye títulos de propiedad, el aforista funda en cada instante y es un ser sin memoria constructiva o arquitectónica, para quien sólo cuenta el momento de la revelación, del descubrimiento, que trata de apresar con su palabra. [...] Los aforismos vienen a ser una suma de instantes y, en este sentido, la escritura aforística se aproxima a la escritura autobiográfica o a la escritura diarística (y no es extraño que en muchas ocasiones se fundan en un mismo texto) y se convierte en enunciación lírica.

[...]

En lo que atañe a Hilos sueltos, que me ha servido de disculpa para trazar estas breves y apresuradas notas sobre el aforismo, cabe señalar que prolonga el impulso creativo que dio lugar a Biblioteca interior (Valladolid, Difácil, 2002) y, en un sentido más personal, a Dunas (Valladolid, Difácil, 2004). Fernando Menéndez cultiva un aforismo escueto, particularmente lacónico y preciso, que tiende a la sencillez extrema, suprimiendo incluso los nexos más comunes y en el que la limitación verbal se convierte en la palanca que abre el sentido. Busca muchas veces la sorpresa —sin duda porque el primer sorprendido es él mismo, que se esfuerza en mirar lo que le rodea con ánimo inaugural— y cualquier experiencia elevada o trivial —el amor, la política, la amistad, la creación, la religión, el destino, el deseo, el dinero, la soledad...— es filtrada y reflejada —se convierte así propiamente en acto de reflexión— a través de una palabra que aspira a la novedad de lo inédito.


JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ
De “Notas sobre el aforismo”, prólogo de Hilos sueltos

AFORISMOS DE FERNANDO MENÉNDEZ

 

Bañarse en la oscuridad de uno mismo.

*

El poeta es un malabarista de la soledad.

*

El límite último es el olvido.

*

Enmudece tu palabra hasta despertarla.

*

Un poema es un fracaso del silencio.

*

Cada día estoy más solo con mi destino.

*

La sombra: la continua metáfora de uno mismo.

*

Leer un aforismo para gozar de su silencio.

*

La esperanza: un diario sin fechas.

*

Conócete a ti mismo, pero con ironía.

*

Los recuerdos naufragan en la distancia.

*

Una cosa es vivir y otra durar.

*

La ironía es la tijera de la inteligencia.

*

Lo único que no te abandona es tu absoluta soledad.

*

Leer para leerme.

*

Todo deseo es una nostalgia.

*

Cada uno es el solitario maestro de su enigma.

*

El placer sombrío de la melancolía.

*

Los amores: formas breves de soledades.

*

Hay dos clases de poetas: los que viven de la poesía y los que existen para la poesía.


FERNANDO MENÉNDEZ, Hilos sueltos
Prólogo de José Ramón González
Valladolid: Difácil, 2008