La piedra zen pertenece al mundo oriental y guarda vehementes analogías con la filosofía de tal nombre. Sirve para enjuagues bucales, mezclada con agua y un ramito de hierbabuena. Schopenhauer cantó sus excelencias y parece que la han conocido Spengler y Henri Massis. Por el contrario, en la actualidad no goza de demasiado prestigio, y hay una página de Adorno –un tanto oscura, por cierto– en que se habla de ella con desdén.
Juan Perucho, Lapidario portátil
Mi otro blog en marcha:
27.11.13
“La piedra zen” (Una irónica aportación de Perucho a la mineralogía)
20.11.13
“Un sueño”, de Yasmina Reza
He tenido un sueño. Mi difunto padre me visitaba. |