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13.10.10

Las palabras (y lo que significan)

Alejandro Rossi, en su famoso Manual del distraído, cuenta una anécdota deliciosa, ejemplar y acaso apócrifa, que bien pudiera pasar por microrrelato:

Tuve una novia extraña. Me confesó que era criptojudía y yo pensé —en mi ignorancia cristiana— que era una secta erótica. Durante meses esperé la invitación.

Tiene gracia la cosa. Unas veces nos inventamos el significado de las palabras; otras veces, las utilizamos con precisión, ignorando que su uso acaso sea ya otro; otras veces…

Visto lo visto, me planteo algunas preguntas: ¿quién no imaginó alguna vez un significado propio para cierta palabra?, ¿quién no distingue entre palabras sedosas y ariscas?, ¿quién no usó alguna vez palabras de cuyo significado dudaba?, ¿quién no dudó alguna vez de sí mismo al usar una palabra?, ¿quién no tuvo alguna vez la certeza de no ser entendido?, ¿quién no malinterpretó alguna vez, engañado por el contexto, el significado de una palabra?, ¿quién no sintió alguna vez que ciertas palabras parecen rebelarse contra lo que significan?

Visto lo visto, ¿cómo extrañarse de que en cada cosa que oímos, y en cada cosa que leemos, vaya implícita nuestra interpretación de lo que oímos y de lo que leemos? La interpretación, en suma, de lo que somos.

5 comentarios:

zim dijo...

Somos palabra (y somos sentimiento, y gesto, y tacto, claro) ... pero ¡somos tanto palabra! ¿Cómo aprehender la sustancia del otro sin contar con ellas? ¿Cómo dejar que aflore la nuestra para que alguien pueda conocerla, sin vestir nuestra esencia de palabras, básicamente?

No sé explicarme con lucidez, pero atisbo que quien no se adueña de las palabras no puede adueñarse de sí mismo; que la palabra es a la vez llave y cerrojo, permite abrir, dar a conocer, y velar, ocultar ... que la palabras es poder, para bien y para mal.

Quizá no es un comentario pertinente, pero es lo que me ha sugerido tu entrada. Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

¡Tanto es así! ¿Y qué me dice, Luis (hola, por cierto), de cómo resuenan misteriosas las palabras que se oyen en una canción en un idioma que no se conoce del todo bien? A mí me cuautivaban. Hoy en día desde que acudo rápido a rezar a google, disfruto ya poco ese misterio.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Las palabras tienen su propia vida, como decía Rilke, y nos son esquivas.
Un abrazo.

Luis Valdesueiro dijo...

Tus comentarios, Zim, siempre son pertinentes y tienen ese punto de sensatez que los enriquecen hasta lo indecible.
Saludos.

Sí, alejourzass, las palabras, incluso las que nos resultan ininteligibles, por desconocimiento, pueden cautivarnos. Y puede incluso suceder que cuando descubrimos su significado nos decepcionen. Las palabras son música, música y letra.
Un saludo y bienvenido.

"Su propia vida", José Miguel, y también su propia muerte. Aunque algunas resucitan...
Un abrazo.

zim dijo...

Es Vd. muy amable, Luis; seguramente en exceso. Pero yo se lo agradezco, aunque así sea, y quizá por ello.

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