Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

8.12.09

¿Cuándo se acaba un cuadro? o sobre el estilo

Cervantes Creo que fue Paul Valéry quien se planteó esta pregunta, quizás en Tel quel, pero no estoy seguro. La pregunta es muy pertinente, y va más allá de la pintura. Cualquiera que haya tenido veleidades pictóricas, o cualquier clase de veleidades, comprenderá su importancia. En una época -que duró meses- me dio por embadurnar lienzos. Aunque tuvieran la pretensión de ser cuadros abstractos, creo que ni siquiera eran cuadros. Del lienzo inmaculado a la obra acabada, sólo había un paso, y yo lo daba con inaudita alegría, aunque a veces me planteaba añadir más y más colores llevado por el deseo barroco de no dejar ningún resquicio. El asunto remedaba el juego de las siete y media. Y muchas veces descubría que me había pasado, y que no había vuelta atrás.
Estas nimias digresiones me las ha sugerido la relectura de un corto artículo de Azorin, "Corregir el estilo", publicado en Con permiso de los cervantistas. El maestro Azorín concluye citando un revelador aforismo de Nietzsche, "Corregir el pensamiento". Afirma el  filósofo errante: Corregir el estilo es corregir el pensamiento. ¡Nada menos! Quien no lo comprenda enseguida no lo comprenderá nunca. Comienza Azorín el artículo declarando que Cervantes se abandona -en la vida y en el estilo-,  y que ese abandono, esa dejadez y esa negligencia nos lo hace simpático. Llega un momento en la vida en que Cervantes se abandona, dice el pequeño filósofo. (Quizá sea ese abandono, tan alabado por Azorín, el que horrorizaba a Borges.)
Tenemos, pues, a un Cervantes que se deja llevar por el abandono, un Cervantes nada tiquismiquis, un Cervantes que escribe hacia adelante, sin mayores preocupaciones. Ni añade adornos, ni resta descuidos. Palabra que escribe, palabra que queda. No corrige su estilo y ese estilo es él mismo. Para ilustrar el abandono cervantino, Azorín trae a colación el Cervantes de Ricardo de Rojas. Dedica el autor una parte del libro a estudiar el estilo de Cervantes. Usurpa Rojas un párrafo del Quijote:
El ventero, que como está dicho, era un poco socarrón, y ya tenía barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y por tener que reír aquella noche, determino de seguirle el humo.
Y acto seguido emprende la tarea de corregir a Cervantes:
El ventero, como está dicho, era un poco socarrón. Tenía ya barruntos sobre la locura de su huésped, y acabó de creerlo cuando le oyó semejantes razones. Por divertirse aquella noche, dispuso seguirle el humor.
Ante semejante osadía, Azorín -para acabar de retorcer el pescuezo al absurdo- ofrece su ceñida versión:
El ventero -está dicho-, un poco socarrón, con barruntos sobre la locura de su huésped, se afianzó en su idea al escucharle: por divertirse aquella noche, le siguió el humor.
Asustado por el resultado del experimento, Azorín se pregunta: ¿Y Cervantes, con su simpático abandono? ¿Dónde ha quedado el abandono de Cervantes?
Es evidente que el mismo libro, leído en época distinta, dice cosas distintas (como demostró Pierre Menard); pero asimismo es evidente que cualquier autor puede ser traducido a nuestro estilo, aun a riesgo de dejar de ser quien era. Y es que hay múltiples maneras de pintar lo mismo, aunque cada una sea distinta, y sólo una la original. 

8 comentarios:

zim dijo...

Muy interesante la entrada. Supongo que debe ser difícil (y muy determinante) la decisión de dar por finalizada una obra, sea del tipo que sea. Quizá enredarse en una espiral de correcciones y añadidos tenga el peligro de acabar por restar naturalidad y esencia, personalidad en definitiva, a la obra creada. A mi humildísimo nivel, detesto repasar en exceso las cosas que escribo, o más bien, detesto cualquier escrito que me haya supuesto demasiadas correcciones. Una vez empiezo, no acaba nunca de gustarme. Sólo lo que escribo de un tirón me parece que ha salido auténticamente de mi pluma - y de mi interior-. (Ahora más de uno dirá: ya, ya, ... si se nota ... jajaja)

Luis Valdesueiro dijo...

Muchas gracias, Zim. El asunto puede ser muy grave, según para quién. El afán perfeccionista unas veces impide escribir y, otras veces, a fuerza de correcciones, anula la verdad de lo escrito. El ideal sería fluir con naturalidad, pero la naturalidad sólo la consigue, quien no goza de ese don, con mucho esfuerzo y arduos trabajos. No sé, quizá los ideales lo son porque carecen de realidad. Quién sabe. Lo cierto es que cada persona es única.
Saludos.

M. Domínguez Senra dijo...

Sería una escuela excelente reescribir el Quijote o reescribir cualquier libro elegido al azar. No estoy de acuerdo con la frase de Pierre Menard. Una obra es más valiosa cuanto más significados o más sugerencias presenta. Un clásico podría ser definido entonces como una obra inagotable, pero no a la merced de las épocas sino per se. De ahí de donde proviene, me parece, esa percepción de esas obras que "se adelantan a su época".
No quisiera alargarme pero no puedo dejar de añadir que una de las cosas que más valoro personalmente del Quijote -y de un libro cercano en la época, la *Vida de Teresa de Ávila, con su estilo "ermitaño"- es que su escritura nos devuelve un retrato bastante fiel de cómo se hablaba entonces. Me gustan los textos en que se escribe como se habla, en esta (otra vez) época en que más bien hay gente que habla como si escribiera.
Saludos, Luis.

Luis Valdesueiro dijo...

Lo bueno que tienen los clásicos, Aaoiue, es que cada época añade una lectura distinta. No se leía El Quijote de la misma manera, ni se veían en él las mismas cosas, en los tiempos de Cervantes que durante la ebullición romántica. A las mismas palabras, cada época les otorga a veces sentidos distintos. De ese modo, como bien dices, una obra clásica es inagotable.
Estoy muy de acuerdo con lo que sostienes en el último párrafo. Ciertamente, hay libros que parecen hablados, dichos, más que escritos: en el caso de santa Teresa esto es evidente.
Saludos.

Juan Poz dijo...

Ya lo dejó dicho Unamuno: "El hombre que habla como un libro es incapaz de escribir un libro que hable como un hombre". La mar de sintético él, y certero.

Luis Valdesueiro dijo...

A la cita de Unamuno, Poz, se me ocurre plantearle una dificultad menor: los anacolutos, los dichosos anacolutos.¿Quién, cuando escribe, y corrige lo escrito, no procura evitarlos? ¿Quien, al hablar, puede evitarlos? ¿Qué sería menos imposible y más soportable? ¿Que alguien escriba como habla, o que hable como escribe? Aquí es muy importante saber quién habla, y en consecuencia, saber quién escribe. Y no me enredo más. Unamuno, como siempre, piedra de toque...

Animal de Fondo dijo...

Es curioso que compartamos el gusto por Azorín. Precisamente la frase que citas la puse yo como ejercicio de corrección del estilo para un grupo de amigos, con el único objeto de divertirnos; ellos no lo consideraron así, recuerdo, y el proyecto quedó abandonado. También tuve un año de pintor y nunca llegué a definir tan bien lo que pintaba como tú lo has hecho: "Del lienzo inmaculado a la obra acabada, sólo había un paso". Me importaba la frase: "lo que sobra, estorba". Sin embargo, a mí me parecían buenos cuadros; acumulé algunos, hasta que un día, desesperado ante la incomprensión de una novia mía de entonces, hice una hoguera con ellos y nunca he vuelto a pintar. Ahora sé que no soy pintor, pero entonces lo ignoraba.
Aunque lo conocerás sin duda, la recopilación que hizo Ángel Cruz Rueda en el librito que se llama "El artista y el estilo", de Azorín, que se editó en Crisol, estoy seguro de que te gustará mucho.
Saludos cordiales

Luis Valdesueiro dijo...

Muchas gracias, Animal de Fondo, por tu comentario. Me gusta Azorín, sí, pero tan solo algunas partes de su obra (ingente, por lo demás): mientras que releo algunos de sus libros, hay otros que no encuentro el estado anímico adecuado para hincarles el diente. Pienso si la dificultad de leer a Azorín hoy día es que exige cierta quietud de espíritu, tan difícl de alcanzar.
Aprovecho tu comentario para decir que me han entrado dudas respecto a si Valéy hablaba de cuadros o de poemas. Pero, bueno, tanto da. ¿Quién no ha pintado un cuadro o escrito un poema?
Agradezco tu recomendación del libro de Azorín que, afortunadamente, está a mi alcance, aunque asusta un poco el cuerpo liliputiense de las letras.
Gracias y saludos.

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.
Contestaré si tengo algo pertinente que añadir.