Gustaba mi madre de repetir una frase: Vivir para ver, como decía el tío Marcelino. Ignoro si ese tío Marcelino era pariente o simple paisano, pero esa frase del tío Marcelino me acompaña desde siempre, acaso porque encierra, en su sencillez de trébol, mucha sustancia. Todo lo expresa, todo: paciencia, desencanto, sorpresa, entusiasmo, lucidez, decepción... Esa frase, escrita, permanece muda; pero si alguien la pronuncia, se abre a una pluralidad de sentidos. Es frase tan insondable que alberga en sí misma todas las intenciones posibles, a la espera de quien quiera decirla, escupirla, gruñirla, declamarla, recitarla, sobarla... Y así hasta la náusea. Vivir para ver...
17.10.09
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Vivir para ver, y también vivir para contarlo que es asimismo fundamental y es lo que tratamos de hacer los que andamos por aquí.
Y sin embargo hay gente que se pasa la vida sin querer mirar lo que ocurre.
Y otros, Francisco, sin querer escribir lo que ven...
Cierto, amigo Juan, muy cierto.
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.
Contestaré si tengo algo pertinente que añadir.