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31.10.09

Una década en un segundo

Produce congoja experimentar el paso del tiempo de golpe -una década en un segundo-, como consecuencia de un encuentro fortuito con alguien a quien hace tiempo que no veíamos. Mientras vamos mentando cosas insustanciales, no puede uno dejar de pensar en lo ajado que está el otro, en lo hostil que le fue la vida, en las arrugas que los años han dejado en su cara. Pero transcurrido ese momento de estupor por la apariencia ajena, nuestro pensamiento se repliega y, como si fuera arrebatado por la voz del otro, empieza a decirnos lo ajados que estamos, lo hostil que nos fue la vida, las arrugas que los años han dejado en nuestra cara.

Si al principio hemos visto  en el otro a un ser irreconocible, enseguida lo vemos como un espejo: el espejo que nos devuelve, de una vez y sin remedio, toda la erosión del tiempo.

2 comentarios:

zim dijo...

Parece mentira que el tiempo, que tanto y tanto va puliéndonos por dentro, haciéndonos algo más sabios, más pacientes, más sólidos... se empeñe en ir derruyendo nuestro exterior, convirtiendo la obra que fuimos en un triste recuerdo de sí misma, hasta casi llegar al estado de ruina.
A mí me parece mentira que mi aspecto sea ya el de alguien de 46 años, y en cambio quien 'me habita' siga sintiéndose joven, alegre, con suficiente energía para emprender proyectos y alcanzar metas, ... más viva y consciente que antes, más fuerte y también más flexible,... sólo que menos bella.
Saludos. Feliz mañana.

Luis Valdesueiro dijo...

A lo dicho por ti y por mí, quisiera añadir este sencillo, y gráfico, jaiku de Susana Benet:

Pasan los años.
La planta del vecino
ya en mi ventana.


Gracias, Zim, por tu atención.
Saludos.

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